¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
5 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

¿Cuándo se jodió Salta?

Viernes, 22 de marzo de 2024 02:03

"…Me siento muy descontento con las soluciones existentes, pero me parece ver los signos de un Gran Trastorno…" W. James -1904

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

"…Me siento muy descontento con las soluciones existentes, pero me parece ver los signos de un Gran Trastorno…" W. James -1904

Así como Mario Vargas Llosa se preguntó, en una de sus novelas (1), "cuando se jodió el Perú", está bueno preguntarse "cuando se jodió Salta", cuya historia nos muestra un largo tiempo de prosperidad o esplendor (Luis Adolfo Saravia) (2) y creatividad bajo los impulsos de la plata del Potosí, del engorde de mulas, de comerciantes sagaces y de atinados matrimonios.

Los años de guerra gaucha, de guerras civiles y de centralismo rosista provocaron, como era inevitable, una profunda y larga crisis económica caracterizada por una persistente caída de los indicadores comparados de productividad por habitante (Eduardo Antonelli) (3), Luis Rapopport, Cepal (4) y por el incesante incremento de la pobreza. Estamos -desde entonces- inmersos en una crisis que se desenvuelve bajo una generalizada decadencia de la clase dirigente y del pésimo funcionamiento de las instituciones de la Constitución de 1853 y sus posteriores reformas.

La evolución de nuestra demografía y la configuración del censo electoral aprobada en 1920 (Manuel Alvarado) (5) y 1994 (que eliminó el Colegio Electoral) redujeron hasta la insignificancia el otrora fuerte peso político de Salta y los salteños en la escena política nacional.

Caído el unicato rosista, emprendedores e intelectuales salteños comenzaron a reclamar reglas e incentivos para que nuestra región pudiera reinsertarse en el mundo y, especialmente, en la región centro oeste sudamericana.

A lo largo de 50 años estas voces se expresaron, pero no lograron ser escuchadas por los nuevos detentadores del poder central. Así lo hicieron, entre otros, Victorino Sola y un grupo (6) de fuertes productores y comerciantes locales en 1854, Joaquín Castellanos en 1919 y Manuel Alvarado quién, en 1921, dijo, sin rehuir el tono dramático: "Un hálito de muerte sopla sobre Salta. Y solo una obra puede salvarla: El ferrocarril al Pacífico". Las demandas -dirigidas a la Nación- de acciones de fomento que permitieran aquella reinserción reaparecerán (si es que alguna vez menguaron) a lo largo del primer peronismo en sendos congresos de economía del Norte Argentino (1948, 1950 y 1951).

Pese a los magros resultados, el entusiasmo de nuestros paisanos entusiastas no decayó y fue alimentándose de sueños de grandeza; unas veces asentados sobre el ferrocarril internacional (Renato Rabbi Baldi (7), otras sobre el Bermejo, el Itiyuro o Unchimé, sin olvidar los construidos -bajo el impulso de Carlos Xamena (1952)- alrededor de propuestas de colonización de latifundios públicos o privados. Sueños ahora reemplazados por el litio que los dueños del poder y sus vicarios visualizan como una piedra filosofal que nos sacará del atraso.

En el siglo pasado los debates acerca de nuestro presente y futuro político, social y económico fueron protagonizados por intelectuales, expertos e institutos universitarios que, de varias de las maneras, actuaron influidos por las corrientes científicas en boga en aquellos tiempos. Desarrollismo, planificación estratégica, reordenamiento del comercio internacional (ALALC, Pacto Andino, ALADI, INTAL, MERCOSUR) rondaron las bien pobladas cabezas de expertos tales como Alfonso Peralta, Jorge Sansberro y muchos otros. La influencia de instituciones como el PNUD, la CEPAL, otros organismos internacionales y el Consejo Federal de Inversiones (CFI) sobre la problemática salteña y del NOA fue también notoria. Sueños y demandas de autonomía y de fomento parecieron encontrar cauces constructivos en tiempos del desarrollismo democrático (Frondizi, Illia) o del desarrollismo corporativo (Onganía) y del enorme trabajo regional llevado a cabo por el CONADE.

El segundo peronismo lo intentó de varias maneras. Una: Sancionando la Ley nacional 20.560/1973 de promoción regional y el Decreto circunscripto al NOA. Otra: Adhiriendo a la iniciativa de la FERINOA que contó con el decidido apoyo del gobernador Miguel Ragone, su secretario general Jesús Pérez y su secretario de planeamiento Francisco Álvarez Leguizamón. Sin embargo, estas ideas, iniciativas y proyectos naufragaron en las indecisiones provincianas, en la negligencia de la Nación, en la impericia de los caudillos locales o en las querellas de intereses o de tribus.

A mi modo de ver el impulso más reciente, moderno e importante vino del Grupo Empresario Interregional del Centro Oeste Sudamericano (GEICOS), liderado por Daniel Patrón Costas, Francisco García, Felipe Briones, Roberto Romero, Amelia Fernández de Posadas, entre otros, que entronca explícitamente con las ideas en danza en los albores de la Argentina constitucional. Para este entonces, las ideas de progreso estaban siendo apabulladas por el conservadurismo salteño más reaccionario y ramplón, en sus versiones de derecha y de izquierda, que intentaban (y lograban) confundir a la ciudadanía hablando de coparticipación, de subsidios, de acuerdos y desacuerdos programáticos, o evocando anacrónicamente a Juan B.

Alberdi (8) y su sistema rentístico. Adviértase que entre los 10 puntos del Pacto de Mayo que impulsa el presidente Milei, la cuestión del desarrollo regional y la cohesión territorial de la Argentina brilla por su ausencia o aparece envuelta en los lugares comunes del centralismo unitario.

Fue allí cuando se jodió Salta. Cuando los dueños del poder y sus vicarios abandonaron toda aspiración de autonomía (como antes habían abandonado el proyecto de republica liberal) y se instalaron en la comodidad de la Salta subsidiada con pocos e indolentes ricos e infinidad de pobres sin esperanzas.

Se jodió cuando los interventores federales de los años 60 y 70 se vieron obligados a viajar a Buenos Aires en procura de fondos para pagar a la creciente burocracia provincial y a los señores de la "patria contratista". Y profundizó su secular estancamiento cuando los gobernadores del siglo XXI continúan viajando a la metrópoli a cambiar votos legislativos por recursos para subsidiar la pobreza que se necesita mansa y desorientada.

(1) "Conversación en la Catedral". (2) "Salta: Esplendores y Ocasos". (3) "La economía de Salta. Cuadernos de Castañares". (4) García Díaz, Fernando "La distribución geográfica del valor agregado bruto de la Argentina entre 2004 y 2021". (5) "El Trasandino del Norte", donde cita la opinión del diputado Mario Guido sobre la Ley complementaria del censo. (6) La Junta General de Comerciantes de Salta. (7) "Ferrocarril y Desarrollo. La proeza del tendido a Bolivia por la quebrada de Humahuaca". (8) "Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina, según su Constitución de 1853".

 

PUBLICIDAD