PUBLICIDAD

¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
21°
25 de Diciembre,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Una Nochebuena diferente: la historia de Claudio, un entrenador salteño frente a la esclerosis múltiple

Mientras muchos celebran la Navidad rodeados de afectos y mesas largas, otros atravesaron la medianoche en soledad. La historia de este salteño, marcada por el rugby y una enfermedad que cambió su vida hace 11 años, se transformó en un mensaje de esperanza. "Se puede. Hay que pelearla, no aflojar y menos aún bajar los brazos".
Jueves, 25 de diciembre de 2025 08:03

La Nochebuena suele repetirse como una postal, con una mesa compartida, risas, abrazos y brindis que se estiran hasta bien pasada la medianoche. Pero esa imagen, tan instalada, no siempre coincide con la realidad de todos. Hay quienes pasan esa noche solos, ya sea por trabajo, por problemas personales o por cuestiones de salud. Mientras afuera estallan los fuegos artificiales y el cielo se ilumina de colores, adentro solo queda el silencio y el diálogo interior.

Claudio Rodríguez fue uno de ellos. Entrenador, apasionado por el rugby y deportista de toda la vida, pasó la Nochebuena internado. Desde hace 11 años convive con la esclerosis múltiple, una enfermedad que apareció cuando menos lo esperaba y que, desde entonces, le enseñó a vivir de otra manera.

“Yo era deportista, no fumaba, no tomaba bebidas alcohólicas. Todo comenzó como una sensación rara, como que me faltaba el aire”, recordó. El diagnóstico llegó con el tiempo y con él una nueva rutina, la de los controles, tratamientos, recaídas y períodos de estabilidad. La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune crónica que afecta al sistema nervioso central. El propio cuerpo ataca la mielina, la capa que protege las fibras nerviosas, y eso interrumpe la comunicación entre el cerebro y el cuerpo. Los síntomas pueden ser variados y cambiantes y pueden traer aparejados problemas de visión, debilidad, entumecimiento, falta de coordinación o dificultades cognitivas. No tiene cura, pero sí tratamientos que permiten controlar los brotes y mejorar la calidad de vida.

Hace una semana, Claudio volvió a quedar internado. “Tengo el corazón agrandado y empecé una serie de controles, por eso me tocó pasar la Nochebuena en el hospital”, contó a El Tribuno. No hubo mesa familiar ni brindis a medianoche. Hubo luces que se colaban por la ventana, ruidos lejanos y una sensación que mezclaba nostalgia con reflexión.

Sin embargo, en medio de ese contexto, algo cambió. “Anoche tuve contacto con otro paciente que también tiene esclerosis múltiple. Charlé con sus familiares y me sentí acompañado”, relató.

"!A veces, la compañía no llega de la forma esperada, sino desde alguien que entiende exactamente lo que se siente porque atraviesa lo mismo"

Claudio no duda en agradecer. “Quiero agradecer a los enfermeros, a los médicos y a los pacientes con los que compartimos la misma situación. Hay que ser fuertes”, afirma. En sus palabras no hay resignación, sino una convicción tranquila y construida con el paso del tiempo.

Anoche, lejos de hundirse en la angustia, decidió conectarse con sus emociones. “La pasé principalmente conectado a mis sentimientos. No quise dejarme llevar por la aflicción. Quiero que mi situación sirva para dar un mensaje de esperanza a quienes atraviesan un problema de salud”, explica. Y agrega un motor clave en su vida: “Demostrarles a mis hijos que sí se puede. Vamos para adelante”.

El intercambio con el otro paciente fue, para él, una señal. “Charlando con alguien con la misma enfermedad, nos acompañamos. Tal vez le contagié un poquito esas ganas de salir adelante y le cambió el semblante, como si proyectara una luz”, reflexionó.

Quizás ese sea el mensaje que deja Claudio en una fecha tan cargada de simbolismo. Se puede. Hay que pelearla, no aflojar y menos aún bajar los brazos. Conectarse con lo espiritual, con lo profundo, no solo reconforta, también ayuda a encontrarle sentido a la vida, fortalece los vínculos y lleva tranquilidad a quienes esperan del otro lado. Incluso en la soledad de una habitación de hospital, siempre hay una luz de esperanza.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD