No hay viento helado ni noche de Puna que detenga a estos devotos. Unos 60 peregrinos salieron el martes desde Cobres, a casi 3.400 metros de altura en el departamento La Poma, para recorrer a pie los 250 kilómetros que los separan de la ciudad de Salta. En solo dos días y medio, la columna creció a 135 personas, entre grandes y chicos, todos con un mismo objetivo: celebrar a la Virgen del Perpetuo Socorro, la querida Virgen Gaucha.
Las temperaturas bajan hasta los -8°C, la nieve cubre parte del camino, pero eso no impide que esta sea ya la trigésima primera edición de una peregrinación que une los pueblos de la Puna con los Valles Calchaquíes y el Valle de Lerma bajo un grito compartido: “¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, ven en mi auxilio!”.
Kiko Guanuco, uno de los organizadores de la caminata, contó a El Tribuno que el grupo avanza con apoyo logístico: “Estamos acompañados por personal sanitario y efectivos de la policía, por cualquier inconveniente que pudiéramos tener. Por el momento todo marcha bien, gracias a Dios. Caminamos, rezamos y cantamos”.
Hoy el grupo planea almorzar en Gobernador Solá y pasar la noche en Ingeniero Maury, donde se les sumará un sacerdote enviado desde la iglesia San Alfonso, en Salta capital. El trayecto ya incluyó el paso por Esquina Guardia, San Antonio de los Cobres, Las Cuevas y Santa Rosa de Tastil, entre otros puntos. Aún les queda atravesar parajes como Ingeniero Maury, El Mollar y Campo Quijano, hasta llegar a la ciudad el sábado 5 de julio al mediodía.
La peregrinación este año tiene un marco especial, ya que se cumplen 133 años de presencia redentorista en Salta, y 159 años desde que el papa Pío IX restituyó la devoción pública del ícono original de la Virgen del Perpetuo Socorro, que se encuentra en la iglesia San Alfonso de Roma.
A los pies de la Virgen Gaucha, esta travesía es mucho más que una caminata: es una forma de volver al centro, de desconectarse de la rutina y renovar el espíritu, como invita el lema de este año. Porque en el corazón de la fe, los pasos tienen otro ritmo y el frío se vuelve insignificante ante la calidez de la devoción.
Una historia de amor y milagros
La historia del ícono de la Virgen del Perpetuo Socorro tiene tintes legendarios y milagrosos. Se cree que la imagen original fue pintada en la isla de Creta entre los siglos XIII y XIV sobre madera de cedro y enmarcada en nogal. Según la tradición cristiana, es una réplica de un retrato de la Virgen María hecho por San Lucas, el evangelista, hace casi 2000 años.
Durante siglos, el ícono fue venerado en Constantinopla hasta la conquista otomana en 1453. Un comerciante cristiano, temiendo su destrucción, lo llevó consigo a Roma. En plena travesía marítima, una tormenta feroz puso en peligro su vida y la de toda la tripulación. El comerciante alzó el icono y rezó fervorosamente. La tormenta cesó de inmediato. Desde entonces, la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se multiplicó, cumpliendo la profecía de que algún día sería venerada en todo el mundo.
Después de 74 años de estar olvidada en una capilla de los Agustinos, el Papa Pío IX ordenó su traslado solemne a la iglesia de San Alfonso en Roma, donde hoy sigue siendo venerada.
Presencia en Salta
En Salta, la historia de los redentoristas comenzó en 1883, cuando llegaron los primeros misioneros y se establecieron en la iglesia de La Merced. En 1894 se construyó un templete en la actual calle Leguizamón, dando inicio oficial a la congregación en la provincia. En 1908 se amplió el edificio, y en 1911 se inauguró el templo actual, con San Alfonso como santo patrono y la Virgen del Perpetuo Socorro como advocación principal. En 1957, monseñor Roberto Tavella la declaró parroquia.
Hoy, la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San Alfonso guarda dos réplicas del ícono: una para procesiones y otra en el altar mayor. El original, de 0.60 x 0.90 metros, permanece en Roma como símbolo de protección y consuelo para millones de fieles.