El cerrillano Matías Romero (31) fue uno de los ganadores de un importante concurso literario provincial, y el jueves 9, a las 11, presentará sus trabajos en la Usina Cultural, en el marco de la XV Feria del Libro de Salta 2025. Junto a él estarán las también premiadas Luciana Lucero y Amina Frías, en una actividad que promete reunir a lectores, colegas y curiosos de todo el ámbito cultural.
Romero, mostró su capacidad para crear mundos cercanos y, al mismo tiempo, profundamente introspectivos. “Escribir desde el interior tiene algo especial -contó Romero-. Uno observa más, escucha distinto, y eso se nota en la escritura” Para el autor, la posibilidad de compartir escenario con otros talentos provinciales es una forma de celebrar que en Salta la literatura está viva y creciendo, y que reafirmar que Cerrillos es cuna de cantores y poetas.
La XV Feria del Libro de Salta es una vidriera para los nuevos nombres de la literatura del NOA. El evento reúne editoriales, talleres, charlas y proyecciones que cruzan generaciones y géneros.
La presentación de los ganadores de los concursos literarios de este año será una de las actividades centrales del programa, no solo por el reconocimiento a sus autores, sino porque representa una apuesta por la producción cultural independiente que sigue floreciendo incluso fuera de los grandes centros urbanos.
El encuentro será con entrada libre y gratuita en la Usina Cultural (España y Juramento), y se espera una gran concurrencia de estudiantes, docentes y público en general.
Romero puso de relieve los desafíos de publicar desde el interior y la importancia de los concursos provinciales como impulso para seguir creando.
Sus trabajos
En sus cuentos “Aspiradora” y “Treinta y seis”, el escritor cerrillano demuestra que no hacen falta grandes escenarios ni héroes imposibles para contar historias que incomoden, diviertan o hagan pensar. Le alcanza con una casa de barrio, un tío raro o un hombre con fiebre para construir universos donde lo cotidiano se tuerce y lo fantástico se cuela por las rendijas de la rutina.
En la “Aspiradora”, un relato de tono familiar y humor doméstico, una vieja máquina se convierte en portal hacia el pasado. El tío Enrique, ese personaje entrañable que colecciona electrodomésticos inútiles, termina encontrando la manera de cumplir su deseo más profundo, volver a los tiempos que idealizaba. Pero el precio es alto. La historia, que empieza como una anécdota graciosa, termina con una ausencia, ya que el tío literalmente se pierde en su nostalgia. Romero juega con el absurdo y la ternura, y logra un cuento que parece una conversación entre parientes que no saben si reír o preocuparse.
En cambio, en “Treinta y seis” el joven cerrillano transita el lado opuesto del espectro emocional. Allí no hay risas ni sobremesas, sino fiebre, alucinación y obsesión. El protagonista, atrapado entre un sueño de fuego y una voz que le ordena apostar al número 36, se deja arrastrar por una mezcla de delirio y destino. El juego aparece como metáfora de la vida, apostar todo a un número es apostar a la nada. En ese descenso, la narración adquiere un ritmo claustrofóbico, casi kafkiano, donde la lucidez se evapora junto con la suerte.
Aunque distintos en tono y atmósfera, ambos cuentos comparten una mirada sobre la fuga, el impulso de escapar del presente, ya sea viajando al pasado o apostando la cordura. Romero combina lo fantástico y lo psicológico, pero siempre desde una escena mínima, reconocible, de esas que cualquiera podría vivir si un día las leyes de la realidad se distrajeran un segundo.
La Aspiradora y Treinta y seis funcionan como espejos opuestos de una misma obsesión, la necesidad humana de moverse, de cambiar el rumbo, aunque eso implique perderlo todo. Con ironía y melancolía, Matías Romero recuerda que lo extraordinario está ahí, al alcance de la mano… o del botón de una aspiradora.