En Cerrillos, el apellido Ceballos es sinónimo de raíces, memoria y música. La historia familiar se remonta a los tiempos de la Independencia, cuando Pedro Antonio y Blas Ceballos participaron del histórico juramento presidido por el general Martín Miguel de Güemes en 1816. Aquella gesta, transmitida de boca en boca por don Mariano Ceballos, se convirtió en un relato de orgullo que todavía resuena en el pueblo.
De esa estirpe nació Hernán Concepción Ceballos, a quien todos conocían simplemente como don Hernán. Con el bandoneón entre las manos, caminó escenarios, carpas y carnavales, dejando en cada nota la huella de una tradición que parecía eterna. Fue homenajeado en vida por su pueblo, que lo reconoció como el último gran bandoneonista nacido en Cerrillos, heredero de una dinastía de músicos y animadores de las fiestas populares.
Don Hernán fue distinguido en diciembre de 2024 en el Cabildo de Salta por la Academia de Historia del Instituto Güemesiano.
Su legado no quedó en solitario. Con sus hijos formó el conjunto “Los Ceballitos”, símbolo de identidad cerrillana. Allí convivían guitarra, bombo y bandoneón, con un repertorio que evocaba las voces del “Payo” Solá y Marcos Tames, de quienes Hernán también fue compañero en los inolvidables carnavales del Valle de Lerma. Más que un grupo musical, “Los Ceballitos” fueron la prueba viviente de que la música puede transmitirse como la sangre, generación tras generación.
Hoy, el silencio de su bandoneón duele en Cerrillos. Pero en las fiestas patronales, en las carpas que aún sobreviven y en las memorias de quienes bailaron y disfrutaron de su música, el eco de don Hernán seguirá vivo. Porque su historia no termina en la partida, sigue latiendo en cada Ceballos que levante un instrumento y en cada cerrillano que reconozca en esa melodía, la voz de su tierra.