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La cumbre de líderes de la COP30 comenzó ayer en la ciudad de Belém, en la Amazonía brasileña, con críticas directas e indirectas al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el lanzamiento de un nuevo fondo global para conservar los bosques tropicales.
La primera de las dos jornadas de esta cita que antecede a la propia conferencia climática estuvo repleta de alegatos en defensa de una transición justa, llamados urgentes para concretar las promesas y advertencias sobre un calentamiento global cada vez más acelerado.
Los líderes son conscientes del agravamiento de la emergencia climática, con inundaciones más repentinas, sequías más prolongadas y huracanes más destructivos, aunque la mayoría de los discursos trajeron pocas novedades pese al escenario negativo.
El compromiso alcanzado en el Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura del planeta a 1,5°C está en jaque, mientras las emisiones avanzan a golpe de récord.
"Es un fracaso moral y una negligencia mortal", lamentó el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en su discurso ante el plenario.
Algunos de los dirigentes no dudaron en señalar directamente a Trump, quien niega el calentamiento global y retiró nuevamente a su país del Acuerdo de París cuando volvió a la Casa Blanca, hace nueve meses.
El más incisivo fue el presidente colombiano, Gustavo Petro, quien responsabilizó a su par de acercar a la humanidad "al abismo" por su "negación de la ciencia".
"El señor Trump está equivocado, la ciencia alumbra el colapso si Estados Unidos no se mueve hacia la descarbonización de su propia economía. No es taladrar, taladrar y taladrar", dijo.
En la misma línea, el presidente de Chile, Gabriel Boric, acusó a Trump de mentir y lo situó en el grupo de voces que "deciden ignorar o negar la evidencia científica".
Más cauteloso fue el brasileño y anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, quien sin citar a nadie, advirtió que "fuerzas extremistas fabrican mentiras para obtener ganancias electorales" y perpetuar "un modelo obsoleto" que agudiza las disparidades sociales y económicas, y la degradación ambiental.
En uno de los actos paralelos a la plenaria, Lula lanzó un fondo global para conservar los bosques tropicales, como la Amazonía, con potencial para beneficiar a unos 70 países.
La iniciativa del líder brasileño contempla pagos por cada hectárea de vegetación en pie, pero también se penalizará por cada hectárea deforestada.