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Campo Quijano dio un paso institucional histórico: presentó por primera vez su Carta Orgánica Municipal. Lo hizo lejos de la grandilocuencia, sin figuras rimbombantes ni organismos imposibles de sostener, y con una premisa clara que atravesó todo el debate constituyente: escribir una norma madre posible, ejecutable y pensada para la realidad concreta del pueblo.
Así lo definieron, casi al unísono, la mayoría de los convencionales: una Carta Orgánica "con los pies en la tierra", sencilla en su arquitectura, práctica en su aplicación y ajustada tanto a la Constitución Nacional como a la Provincial. Una decisión que, inevitablemente, marca contraste con otras experiencias cercanas, como Rosario de Lerma o El Carril, cuyas cartas orgánicas incorporaron figuras de control que, en la práctica, resultan costosas y de difícil implementación para municipios de escala media o chica.
El asesor legal de la Convención, Javier Gastal, con experiencia en el Concejo Deliberante de Rosario de Lerma, fue directo al explicar el criterio adoptado en Campo Quijano. "Acá se redactó una carta orgánica nueva, de cero, y todo se pensó en base a las necesidades reales del pueblo y a lo que exige la Constitución Provincial", señaló. Y puso el foco en uno de los debates más sensibles: la exclusión de órganos como el Tribunal de Cuentas, el querellante o el fiscal municipal, como se incluyó en otras localidades del Valle de Lerma que también elaboraron sus cartas orgánicas.
Evitar estructuras que hoy son inviables
Según Gastal, no se trata de desconocer la importancia del control, sino de evitar estructuras que hoy son inviables. "Son órganos caros. Para ocupar esos cargos se necesitan abogados que dejan de ejercer su profesión, y económicamente no sé a quién le puede convenir. Ni Rosario de Lerma ni Campo Quijano, o cualquier localidades con estos menesteres, están en condiciones de afrontar esos gastos", explicó. En tiempos de ajuste y restricciones presupuestarias, insistió, las cartas orgánicas "tienen que ser prácticas y realistas, no títulos bonitos que después no se pueden sostener".
La presidenta de la Convención Constituyente, Marina Taibo, reforzó esa mirada. Destacó que el trabajo se centró en no salirse del marco constitucional y en corregir, sobre la marcha, ideas que sonaban atractivas pero no eran viables. "Al principio uno llega con muchas propuestas, pero después averiguás y no es tan así. Fue un trabajo muy terrenal, con el asesor trayéndonos de nuevo a la realidad cuando hacía falta", relató. Lejos de una Convención homogénea, Taibo remarcó que el proceso estuvo atravesado por discusiones intensas, aunque siempre orientadas al consenso.
El texto final ronda los 205 artículos y, según la presidenta de la Convención, logra contener a todo el entramado social y territorial del municipio: Campo Quijano, La Quebrada del Toro y La Silleta. En ese camino hubo reuniones con el intendente, concejales, el diputado del departamento, comunidades como Tastil y Coya, y decenas de vecinos que acercaron propuestas concretas. "Llegaron con más de 40 puntos para plantear sus situaciones. Fue un trabajo punto por punto", subrayó.