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Un nuevo episodio de violencia simbólica y banalización de las agresiones contra las mujeres generó conmoción en Córdoba. Un estudiante del IPET 267 de Bell Ville fue filmado durante su viaje de egresados en Bariloche disfrazado de “mujer violada”, mientras otro compañero realizaba gestos obscenos simulando un abuso sexual.
El breve video, publicado en la cuenta de Instagram de la promoción, mostraba al joven con un vestido rasgado, las piernas manchadas de rojo y una inscripción en la espalda que decía, en el mismo color: “violada”. La grabación se viralizó rápidamente, provocando una ola de indignación y repudio en redes sociales y en la propia comunidad educativa.
Lejos de quedar en una anécdota desafortunada, el hecho reabrió un debate profundo sobre los límites del humor, la educación sexual integral y la responsabilidad social de los adolescentes que hoy son adultos jóvenes.
Reacción institucional y de los propios alumnos
A través de distintos comunicados difundidos por redes sociales, varios estudiantes del mismo colegio se pronunciaron públicamente.
Uno de los grupos pidió disculpas y aseguró que “el hecho no representa los valores de la institución ni de la mayoría de los compañeros”, además de aclarar que se trató de una acción aislada. “Somos conscientes de la gravedad de lo sucedido. Al mismo tiempo, queremos aclarar que este hecho está desligado de nuestra institución, acompañantes y no representa los valores enseñados. Somos adolescentes y entendemos que es un tema delicado y que no debemos fomentarlo. Pedimos disculpas", señalaron.
Sin embargo, otros alumnos fueron más lejos y emitieron un texto contundente donde expresaron “repudio absoluto” a lo ocurrido:
“Esto no es una ‘cosa de adolescentes’. La mayor parte de nosotros somos mayores de edad. Esto forma parte de una manera de mirar el mundo, de naturalizar las violencias contra nuestros cuerpos, de creer que algunos pocos tienen la licencia de reírse de cualquier cosa. Nos sentimos abrumados, tristes”, señalaron.
También manifestaron sentirse afectados por el impacto mediático y social del hecho: “La promo 25 no son un grupo de estudiantes irresponsables que dejaron nuevamente a nuestra escuela expuesta a la mirada social que nos condena. Los 'canarios' somos estos otros que día a día nos educamos para ser mejores en un mundo muy complejo. Somos quienes se sienten parte de una sociedad que llora tantas víctimas de femicidios y violencias”.
Violencia simbólica
El caso reaviva una discusión que trasciende lo escolar y expone la persistencia de estereotipos que circulan entre los jóvenes. En una sociedad atravesada por los femicidios y por reclamos de igualdad, el episodio resulta una muestra preocupante de la banalización de la violencia sexual hacia la mujer.
Especialistas en género y educación han señalado en reiteradas oportunidades que la educación sexual integral (ESI) no se limita a lo biológico, sino que busca precisamente prevenir estas conductas, formar empatía y reconocer los límites del consentimiento y el respeto.
En ese sentido, lo ocurrido en Bell Ville no puede ser leído como una simple “broma de mal gusto”, sino como una manifestación cultural de violencia simbólica que exige respuestas institucionales firmes y un trabajo sostenido de sensibilización en las escuelas.
Exigen sanciones y acompañamiento
Los estudiantes que repudiaron el hecho pidieron que las autoridades educativas “revisen y sancionen a los responsables” y que se brinde acompañamiento a los docentes y alumnos que quedaron involucrados sin haber participado del viaje.
Por último, exigieron “que revisen y sancionen a los responsables”. “Nos despegamos de ellos y abrazamos a nuestra escuela y docentes que nos están conteniendo en tan tremenda situación”, completaron.
El Ministerio de Educación de Córdoba aún no emitió un comunicado oficial.