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El acuerdo marco en comercio e inversiones anunciado entre Argentina y Estados Unidos dejó una primera reacción dividida: mientras el sector empresario pidió prudencia y evitó posicionamientos definitivos, desde la oposición advirtieron que el entendimiento podría "afectar de forma negativa a la industria" y profundizar el desempleo.
Desde el ámbito empresario, la consigna fue esperar. "Vamos a esperar el texto final y evaluarlo técnicamente", señaló el presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Ricardo Marra, al destacar que se trata de un anuncio "significativo, que abarca múltiples sectores productivos".
La Sociedad Rural Argentina también acompañó el tono prudente: "Apoyamos toda iniciativa que represente una mayor presencia de los productos locales en el mundo", aunque aclaró que analizará "los detalles finales del acuerdo para determinar qué impacto tendrá en la cadena agroindustrial". Lo mismo plantearon los laboratorios nacionales, que pidieron un acuerdo "balanceado" y con "reciprocidad en materia sanitaria".
Los puntos sensibles para los empresarios se concentran en el acceso preferencial a bienes estadounidenses -desde maquinaria hasta productos farmacéuticos- y en la aceptación de certificados de la FDA, además de compromisos en propiedad intelectual y apertura para la carne vacuna y las aves de corral de EEUU. "Hasta que se conozca el texto completo, será difícil prever sus impactos", advirtieron desde la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (Cilfa).
En la vereda opuesta, la reacción política fue inmediata. Augusto Costa, ministro de Producción bonaerense, afirmó que el acuerdo "pega de lleno en la provincia de Buenos Aires y se suma a la política de ajuste y de destrucción del empleo". Alertó que comprometerá "a la industria, al desarrollo tecnológico y a la posibilidad de agregar valor en el país". Su par de Gobierno, Carlos Bianco coincidió en que se trata de un esquema "desigual y asimétrico", que fija "15 obligaciones para la Argentina y apenas dos para Estados Unidos".
También José Ignacio de Mendiguren, exministro de Producción y expresidente de la Unión Industrial Argentina, advirtió sobre sus efectos: "La apertura propuesta somete a la Argentina a condiciones impuestas por empresas y leyes estadounidenses". Y graficó su preocupación con un ejemplo contundente: "Podemos terminar exportando maíz a Brasil e importando nuggets de pollo".