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Más que el hallazgo del siglo, de confirmarse que las ruinas sumergidas cerca de Cuba pertenecen a lo que Platón llamó la Atlántida, sería el hallazgo más grande para la humanidad actual. Se dice la actual, porque cada vez es más notorio que hubo antes, hace milenios, otras humanidades, tal como sostienen los esoteristas. Así que Platón sería nada más que un relator de la historia, un juglar. Pero para nada un loco o un mitómano. Esto refleja, otra vez, que civilizaciones muy antiguas, mucho más lejanas en el tiempo que la del antiguo Egipto, tuvieron conocimientos de física y matemáticas que asombran a los científicos.
Si se pone atención, se verá que en las escrituras sagradas, en más de un libro, se hace mención a las mismas, aunque de manera velada.
Por lo tanto, construcciones como las de Gizah, Teotihuacán y Tenochtitlán serían nada más que vestigios de culturas mucho más antiguas o la muestra de que, de alguna manera, estas perduraron en los pueblos americanos originarios, los egipcios y algunos otros.
Volviendo a lo que enseña el esoterismo, el gnosticismo explica que la nuestra es la quinta civilización de seres humanos que habita el planeta Tierra, definida como la raza aria. Y los atlantes pertenecieron a la civilización anterior. Y antes que ellos hubo otras, llamadas Lemuria, Hiperbórea y Polar.
Y, como todo en la naturaleza, esas civilizaciones nacieron, crecieron, se desarrollaron hasta lo increíble, alcanzaron su cenit y comenzaron el normal proceso de decadencia e involución hasta que desaparecieron. Lo que indica que la nuestra correrá la misma suerte.