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Jorge Yoma: ?El per saltum es de la ortodoxia más pura del menemismo?

Sabado, 03 de noviembre de 2012 20:51
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Con 59 años, Jorge Yoma participó activamente de los gobiernos de Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Hoy, si bien ocupa una banca por el Frente para la Victoria (FpV) prefiere definirse como un diputado peronista que acompaña al Gobierno.

En la semana estuvo en la mirada de todos, al oponerse al proyecto de ley de per saltum, iniciativa del oficialismo para utilizarla contra Clarín en la ley de medios.

Con la verborragia que lo caracteriza, en diálogo con El Tribuno, el legislador riojano opinó de la actualidad política, del Poder Judicial y de lo que no acuerda con el oficialismo.

¿Está enrarecido elclima entre el Gobierno y el Poder Judicial?

Yo soy critico de la manera en que se está relacionando el Gobierno y el Poder Judicial. En este caso la pelea que se está dando es por una causa específica. Las denuncias en el Consejo de la Magistratura, la aprobación de la lista de conjueces. Ni que hablar de los concursos previos para garantizar la idoneidad. Ni siquiera hubo una audiencia pública para tratar los pliegos de estos jueces subrogantes que es obligatorio según el reglamento del Senado; reglamento que lo reformamos a través de una iniciativa en ese entonces de la senadora Kirchner y mío, estableciendo como obligatoria la audiencia pública para el nombramiento de jueces, fiscales para que pueda haber impugnaciones, se conozcan antecedentes. Había un control social en lo que respecta a las designaciones. Y ahora se aprobó una lista de 26 jueces sin concurso, sin audiencia pública, sin que nadie pueda opinar siquiera.

En ese contexto entra el controvertido proyecto de ley de per saltum...

Crear una ley para presionar a la Corte Suprema para que se aboque al conocimiento de una causa específica realmente es preocupante. La tensión con el Poder Judicial, las presiones, a mi como peronista y ciudadano y como legislador, me preocupan mucho.

¿Está en juego la independencia de la Justicia?

Está en juego la tranquilidad de los judiciables, no solo la independencia de la Justicia. La tranquilidad de aquel que quiere ir a defender sus derechos. Siempre cuando el Congreso sanciona una ley o el Poder Ejecutivo emite un decreto, una resolución, en cualquier ámbito puede haber particulares que se sienten afectados por esas decisiones y acuden a la vía judicial. Lo que hace el per saltum es quitarle al ciudadano la posibilidad de esas instancias judiciales y que la Corte Suprema tome una causa que está en un juzgado inferior y la resuelva. La resuelva saltando todas las instancias judiciales. Se está saltando una garantía que da la Constitución a los ciudadanos. Esto es lo grave del tema. Es darle más poder al Estado por sobre los ciudadanos para imponer una decisión al ciudadano.

Por eso me opuse y presenté un dictamen en contra de mi propio bloque, porque de por si el Estado tiene demasiado poder para encima suprimir a los ciudadanos las garantías constitucionales en una causa judicial.

En los noventa usted presentó un proyecto para reglamentar el per saltum, ¿en qué contexto se dio?

Yo lo plantee después de que hubo un per saltum de la Corte Suprema en la década del noventa en una causa por la privatización de Aerolíneas Argentinas. El proceso de privatización fue cuestionado por un grupo de diputados porque no se ajustaba a la ley de sociedades. Y presentaron en primera instancia una denuncia en la Justicia de Catamarca para que se suspenda la privatización, hasta tanto se ajuste a la ley de sociedades comerciales. Inmediatamente la Corte Suprema tomó la causa por pedido del Poder Ejecutivo y antes de haber sentencia o algo que se le parezca, la resolvió e impuso la privatización de Aerolíneas. Después, ante ese fallo bochornoso de la Corte, presentamos un proyecto para limitar esta figura a situaciones de gravedad institucional.

Yo presenté el per saltum después de lo de Aerolíneas, para limitar el poder de la Corte Suprema en ese sentido. Ahora, además de hacerlo para darle más poder al Estado a través de la Corte Suprema y suprimir las garantías de un proceso judicial, se crea una ley y una figura jurídica para una causa específica, que es la ley de medios. Estamos creando un instituto procesal que si se aplica, tiene que ser con absoluta excepcionalidad. Estas cosas tengo la obligación de plantearlas, por más que apoye al Gobierno.

¿Estas medidas lo alejan del oficialismo?

Siempre tuve libertad de conciencia. Estuve en los últimos gobiernos peronistas y lo apoyé a Menem, a Duhalde, a Kirchner y a Cristina, pero cada vez que yo no estaba de acuerdo con algo, yo lo manifesté e incluso me costó algunos roces al interior del Gobierno. Ahora veo que hay muchísimos temas con los que no coincido y tengo la obligación de decirlo. Yo lo planteo ahora porque tiene tiempo para corregirlo.

¿Y por dónde se debería comenzar?

El tema de la inflación es un tema que se debe atender ya, urgente. El tema de nuestra producción regional que sufre costos del 30% cuando salimos a vender o exportar; tenemos un dólar deprimido y una inflación de costo del 30%; cómo sufre el salario de los trabajadores. Estos son temas urgentes. No se puede esperar dos años y plantearlos cuando se estén yendo.

¿Usted que ha pasado por distintos gobiernos peronistas, este es uno de los que menos ha promovido la libertad de conciencia en sus funcionarios y dirigentes?

Siempre tuve roces con mi partido en políticas en las que no estuve de acuerdo, pero siempre llegaban las correcciones. Llegaban los temas al Senado o a Diputados y ahí lo debatíamos, podíamos introducir modificaciones. Hoy no. Todo lo que venga del Poder Ejecutivo se aprueba a libro cerrado. En los bloques parlamentarios no existe la más mínima posibilidad de introducir alguna modificación. No se modifica una coma. Cuando hay temas sobre nuestras provincias, menos. Esto, a mi me rebela como legislador del interior. Simplemente convalidamos la iniciativa del Ejecutivo.

¿En estos puntos que usted marca que hay que corregir se inscriben el autoritarismo y los excesos, por ejemplo los dichos del diputado Larroque?

Si. Se trató de un agravio gratuito al socialismo. Todos esperamos que pida disculpas. Pero eso no justifica la actitud de los radicales de levantarse e irse. O pretender que se caiga la sesión y no votar. Para los radicales ya es costumbre irse. En broma les pedía que alguna vez se queden. Cuando están en el Gobierno se van. Cuando son de la oposición se van. Esto, la oposición ya lo tomó como costumbre. Levantarse e irse. Hay que dar el debate y plantear con firmeza nuestras convicciones. Uno no cumple con la voluntad de la gente levantándose y yéndose.

 

Usted hizo referencia en unas declaraciones al paladar negro del menemismo en el oficialismo. ¿A qué hechos hacía referencia?

Fue una humorada. En los debates en el bloque oficialista a mi siempre me sacan en cara que fui menemista en los noventa. La verdad que yo nunca renegué de ser menemista. Yo siempre fui heterodoxo. Cuando había una política que no me gustaba, lo manifesté. Pero en este caso, el per saltum forma parte de la ortodoxia más pura del menemismo, del paladar negro, del menemismo más recalcitrante. La verdad que si hay algo que caracterizó, fue controvertido y cuestionado en la época del presidente Menem, fue aquella Corte Suprema que comenzó su desprestigio por el per saltum en el caso de Aerolíneas.

¿Y cuánto más de menemista tiene este Gobierno?

Todos los peronistas de este Gobierno apoyamos a Menem. La mitad del Gobierno son peronistas y estuvieron con Menem. Y la otra mitad, son del Frepaso y estuvieron con De la Rúa. Así que no zafan por ningún lado.

De cara a un nuevo cacerolazo (el próximo 8 de noviembre), ¿puede que la protesta se masifique aún más por algunas medidas oficiales que no cayeron bien en el conjunto de la sociedad?

Una manifestación tan masiva como la del 13 de septiembre a cualquier Gobierno tiene que llamarle la atención y tiene que servir para corregir políticas. Hay algo que no anda bien. Entonces espero que el pueblo en las calles haga corregir algunas de las políticas que no están aceptadas.

 

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