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El Gobierno logró ganar tiempo con la suspensión del fallo de un juez norteamericano que lo obligaba a pagar 1.330 millones de dólares a fondos buitre, lo cual le evitó además caer en “default técnico”, pero continúa enemistado con la comunidad financiera, lo cual le impide obtener créditos a baja tasa en el exterior, a pesar de la liquidez existente.
Con industrias clave en crisis, como la automotriz y la construcción, la jefa de Estado le enciende una vela al programa de reactivación que le prometió el viceministro de Economía, Axel Kicillof, y que tiene en el Plan Procrear su piedra angular. El funcionario le garantizó a la Presidenta que el violento freno a la construcción provocado por el cepo cambiario será salvado con las miles de viviendas “sociales” del Plan Procrear.
Hernán Lorenzino, el jefe de Economía, tampoco la tiene fácil: se mostró confiado primero en que el fallo del juez Thomas Griesa sería favorable a la Argentina, pero recibió un cachetazo jurídico. Logró recuperarse rápido gracias a la Corte de Apelaciones de Nueva York, pero deberá trabajar todo el verano para convencer a la Justicia estadounidense de que a la Argentina le asiste la razón en el litigio, o que tiene voluntad de acordar. La Argentina tampoco logró encaminar la prometida negociación con el Club de París, por una deuda que ronda los 6.500 millones de dólares.
Estos capítulos abiertos, sumados a la retórica persistente contra los mercados que esgrime cada vez que puede la presidenta Cristina Fernández, aleja por ahora cualquier alternativa de que los dólares que sobran en otros rumbos desembarquen en estas pampas. Países como Chile, Perú, Uruguay y hasta Bolivia lograron financiarse a tasas de un dígito en las últimas semanas, y en algunos casos, a más 30 años de plazo.
El relato oficial destaca la virtud de “Vivir con lo nuestro”, pero la realidad revela que aunque la Argentina quisiera financiarse en los mercados internacionales, le sería imposible hacerlo.
A cambio, echa mano de las reservas del Banco Central, de los fondos de los jubilados administrados por la ANSeS, de los pesos que tiene la mayor obra social del país, el PAMI, de la plata de la gente que contrató seguros, de los registros que emiten patentes ahora intervenidos por militantes de La Cámpora y de cuánta “caja” esté dando vueltas por ahí.
Un economista con vasta experiencia lo explicó con estas palabras: “Más grave que estar endeudado es no tener crédito”. Es que si la Argentina se decidiese a colocar bonos en el exterior, debería afrontar una sobretasa del 15%, a pesar de que sobre en el mundo el dinero para prestarle a países emergentes. La Argentina, convencida de las “bondades” de convertir deuda externa en interna, lo que Cristina Fernández llama “desendeudamiento”, está perdiendo la oportunidad de aprovechar los capitales que fluyen en el exterior, lo cual le empezó a quitar el sueño a Miguel Galuccio, el CEO de YPF que encuentra dificultades para obtener fondos.
Son numerosos los sectores de infraestructura que necesitan financiamiento, pero les cuesta obtenerlo, como energía, vivienda y transporte. Pero en lugar de abrir las puertas a los capitales, Fernández parece decidida a espantarlos con un discurso cada vez más duro y leyes que van a contramano del capitalismo que pregona. La última novedad en ese sentido fue la trampa que el kirchnerismo le tendió a la oposición en el Congreso.
La relató el jefe de la bancada radical en Diputados, Ricardo Gil Lavedra: “Habíamos acordado la ley de regulación del mercado de capitales y una vez obtenido el quórum, al diputado Roberto Feletti se le ocurre sacar un papelito para introducir una pequeña modificación, según dijo”. Ese “ínfimo” cambio terminó habilitando a la Comisión Nacional de Valores ni más ni menos que a intervenir una empresa en defensa de los intereses de accionistas minoritarios. Ahora, casi cualquier compañía relevante quedará a tiro de decreto de la Casa Rosada.
“Eso es trampa”, dijo lisa y llanamente Gil Lavedra, de la UCR. Y dijo algo más: “Ahora no nos cabe duda de que tratarán de reformar la Constitución para que la presidenta pueda acceder a otro mandato, pero no lo vamos a permitir”. Hará falta más muñeca política, y sobre todo mucha menos ingenuidad, para lograr tal cometido.