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River, a base de sus individualidades que suplieron con eficacia la ausencia del juego colectivo, resolvió otro partido que pintaba complicado ante Deportivo Merlo.
El conjunto millonario asumió el protagonismo desde el comienzo, y en los primeros cinco minutos dispuso de dos chances con sendos remates del uruguayo Carlos Sánchez y Cavenaghi, que encontraron a un seguro arquero Capogrosso.
Luego, Merlo se acomodó mejor en el campo de juego y ganó solidez en defensa, peleó el encuentro en la mitad de la cancha y hasta generó un par de ocasiones de gol. Después el partido entró en un pozo, ya que Alejandro Domínguez, el generador de juego de River, fue bien marcado, y tanto Sánchez por la derecha como Lucas Ocampos por la izquierda, no lograban gravitar.
Pero River, que tiene individualidades que son determinantes, llegó al gol tal vez en el mejor momento de la visita. A los 39 minutos, Ocampos envió un centro preciso desde la izquierda y Trezeguet, de cabeza, puso el 1 a 0, luego de tomar un rebote de un testazo suyo previo al travesaño.
No obstante, los 15 minutos iniciales del segundo tiempo fueron similares a casi todo el desarrollo del primer período. Y Merlo estuvo muy cerca del empate, pero Maxi Estévez, de manera increíble, no logró marcar de cabeza (6 minutos). Y se dio lo que dice el refrán: goles que se pierden en un arco se sufren en el propio. A los 26, el Chori Domínguez asistió brillantemente a Cavenaghi y el goleador, con aún más maestría, definió por encima de Capogrosso. Golazo y victoria sellada, 2 a 0.
El tercero de River y el segundo de Cavenaghi, en el final del partido, solo sirvió para decorar un resultado que pareció un poco mentiroso.