Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
15°
9 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Homenaje a los héroes de una causa que es justa

Domingo, 01 de abril de 2012 14:42
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Al cumplirse treinta años del comienzo de la guerra del Atlántico Sur, es necesario ratificar con énfasis la soberanía argentina sobre esos archipiélagos y rendir homenaje a los soldados - oficiales, suboficiales y conscriptos - que dejaron su vida en esa contienda.
Los intereses supremos de la Nación y la memoria de los héroes no permiten que nuestra visión histórica se obnubile por los avatares políticos, la ilusión perdida y la derrota.
Las Islas Malvinas y los archipiélagos del Atlántico Sur son argentinos y nuestros derechos, irrenunciables. El territorio, en términos de relaciones internacionales, no se negocia.
El reconocimiento de la soberanía no puede quedar supeditado a la voluntad de los habitantes de las islas, ya que de lo que se está hablando es del territorio de nuestra Nación.
 

La Argentina nunca declinó su soberanía sobre la región; Gran Bretaña, en cambio, cuando reconoció nuestra conformación como Nación, luego de la Revolución de Mayo y antes de la invasión de 1833, no hizo reserva de sus reclamos.
La presencia británica es hoy un resabio del colonialismo del siglo XIX, que afecta a nuestra integridad como Nación y a nuestros intereses tan legítimos como concretos.
La posición de los archipiélagos es estratégica por varias razones. Se encuentran en una zona con posibilidades de desarrollo económico hoy incalculables, gracias a la pesca y a las reservas de hidrocarburos.
Además, se trata de un enclave geopolítico fundamental si se considera la proyección en la Antártida, un continente cuya colonización será uno de los grandes temas de agenda en el siglo XXI.
La historia y el futuro nos comprometen como país en la recuperación de las islas.
La experiencia demuestra, además, que el único camino válido para alcanzar esa meta es la diplomacia. Las armas pueden garantizar la posesión, como ocurre hoy con la presencia británica en las Malvinas, pero la diplomacia será la única garantía de soberanía efectiva e incorporación de esos territorios al proyecto de país.
Los archipiélagos, además, están regados con sangre de nuestros compatriotas. Son aquellos que cayeron durante la invasión, hace 177 años, y los muertos de la guerra de 1982.
 

Etimológicamente, la Patria es la tierra de los padres, la tierra que cobija a nuestros antepasados. Muchas de las víctimas tendrían hoy alrededor de cincuenta años, pero la historia quiso que se incorporaran al panteón de los héroes apenas salidos de la adolescencia.
Y también son héroes los miles de sobrevivientes, que pagaron con su salud física y, a veces mental, el servicio supremo que les impuso el destino.
Son héroes derrotados y olvidados. Son los hombres que combatieron en las islas, tripularon las naves de apoyo o esperaban en una larga vigilia que los mandaran al teatro de operaciones.
Eran muchachos sin entrenamiento militar, que enfrentaban a experimentados soldados británicos, muchos de ellos profesionales de la guerra.
La sociedad argentina sigue en deuda, porque ellos pusieron en juego todo por una causa que es de todos.
Es cierto que fue una cúpula militar, y no el Congreso, la que declaró la guerra; tan cierto como que durante dos meses y medio la sociedad entera adhirió con fervor a una lucha que, por desinformación y por entusiasmo, tomó como propia y eclipsó momentáneamente la violencia y el fracaso político y económico de ese mismo Proceso de Reorganización Nacional que buscaba salida por un atajo.
La única verdad es que la causa de las Islas Malvinas es absolutamente justa y que quienes participaron de esa guerra de 1982, muertos o sobrevivientes, son héroes.
Las Malvinas, no debe quedar de esto ninguna duda, son argentinas.

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD