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Hoy 29 de abril se celebra el Día del Animal y para quienes los amamos y respetamos como seres vivos que comparten nuestras vidas quiero reproducir esta plegaria, escrita por la norteamericana Beth Norman Harris. “Trátame dulcemente, mi amo querido, porque no hay corazón en el mundo más agradecido a la amabilidad que mi cariñoso corazón. No quiebres mi espíritu con una vara, porque aunque lameré tu mano entre los golpes, tu paciencia y comprensión me enseñaran más rápidamente las cosas que tu quieres que haga. Háblame a menudo, porque tu voz es la música más dulce del mundo, como puedes darte cuenta por el entusiasmo con que muevo mi cola, cuando el sonido de tus pasos cae en mis oídos que te esperan.
Cuando haga frío llévame adentro, porque ahora soy un animal doméstico, desacostumbrado ya a los amargos elementos. Y no pido mayor gloria que la de sentarme a tus pies, cerca del hogar. Y aunque tu no tuvieras hogar, te seguiría entre el hielo y la nieve antes de descansar, porque soy tu más devoto servidor. Mantén mi plato lleno de agua fresca, porque aunque no te reproche si está seco, no puedo decirte cuánto sufro de sed. Aliméntame con buena comida, así podré estar sano y juguetear y lamer tu cara y estar siempre listo, dispuesto y capaz para protegerte con mi vida si la tuya corriera peligro. Y amo querido, cuando el Gran Amo se fije en mí y se me prive de salud y de la luz de mis ojos, no te alejes de mí. Sosténme suavemente en tus brazos y con tus manos expertas en caricias concédeme la piadosa gracia del descanso eterno... Y te dejaré sabiendo, con el último suspiro que dibuje, que mi destino fue siempre el más seguro entre tus manos”.
Juan Beltrán
Bº San Ignacio