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Ser para hacer, hacer para tener

Lunes, 28 de mayo de 2012 16:48
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Luego de una semana en la que no paré de decir “el agua me tapó la cabeza” y mientras sentía que en tanto alguien deshojaba una margarita se me escapaban las oportunidades, salí a caminar adonde me llevara el impulso. Así terminé en una librería justo delante del “Diccionario de Mitología Griega y Romana” de Pierre Grimal. Este era nuestro segundo encuentro. Quince años atrás, lo había levantado de un estante bajo, pero la librera habrá desconfiado de mis zapatillas de lona, mi pantalón de gimnasia salpicado de gotitas de lavandina o mi gigantesco cabello desordenado, porque desdeñosamente me dijo: “Deje ese libro ahí, por favor”. Nunca antes me habían criminalizado (ella me proporcionó esa experiencia, que no ha vuelto a repetirse). Estaba claro para ambas que no podía comprar aquel ejemplar, así que solo le dediqué una sonrisa condescendiente y obedecí. Ella se ajustó sus anteojos bifocales y se sorprendió más aún cuando la saludé cálidamente.

 A las dos horas, estaba en mi casa revolviendo los 24 volúmenes de la enciclopedia Salvat en busca de referencias a esas mitologías para copiarlas pacientemente en hojas A4. A esa edad yo sentía que el inconformismo era inseparable de todo orden. Señoras como esa me querían enseñar que había que tener para hacer y hacer para ser, lo que equivalía a buscar que experimentara la realidad como estaba mandado hacerlo o, lo que es lo mismo, que debía portarme como estaba mandado.

Me proponía pervertir el orden y ser para hacer y hacer para tener con el fin de interpretar la realidad de otro modo. Si aprendía aquel otro método de garantías, siempre me movería entre espacios angostos y discursos anodinos, por sendas tranquilas que llevan a una meta prevista. Así fue como con lo que tenía, me fabriqué mi propio diccionario de mitología.

El de Pierre Grimal, lejos de antojárseme lejano, me llevaba a un descubrimiento que pasaba de solventar el conocimiento, de la voluntad de apropiación, porque siempre amé aquello de lo que aparentemente no puedo apropiarme, aquello que inevitablemente se me escurre o extravía.

 

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