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Después de una ausencia de tres años o más, en Cerrillos “estoy de vuelta”. Así lo quiso el destino. Y lo encontré igual o peor que antes, nada cambió, la mayoría de los frentes de los edificios del casco céntrico sigue en el mismo lamentable estado.
Las veredas en muchas viviendas no existen o están rotas; las calles internas de la plaza siguen rotas; la recolección de residuos continúa en un horario inaceptable, cuando la actividad en el pueblo está a pleno; la gente sigue cruzando por la mitad de la arteria desde la plaza hacia la otra vereda o viceversa, cuando la principal avenida es realmente la ruta nacional 68.
Por una de las radios locales le siguen dando con un fierro al Sr. intendente, acusándolo de, entre otras cosas, malversación de fondos. Pero nadie aclara si esa denuncia la hicieron donde corresponde.
En fin, Cerrillos es un pueblo que encabeza (por ser el primero en el itinerario) la ruta hacia los valles de Lerma y Calchaquí, pero como dice el dicho: “Pueblo chico, infierno grande”. Nadie hace nada por su progreso.
Cerrillos debería ser mejor por algún cambio, pero ni siquiera tiene una confitería, donde los políticos puedan ir a tomar un cafecito y diriman sus diferencias.
Me olvidaba, debo reconocer que algo cambió. Por lo menos las señalizaciones viales, aunque eso no es obra municipal.
¿Quiénes y cuándo se decidirán a tomar el toro por las astas y trabajar por el pueblo?
Yo, que soy foráneo en Cerrillos, tengo un montón de sugerencias para mejorar el pueblo en todo sentido.
Claro que como nadie trabaja gratis, solo pido la cuarta parte de lo que el Sr. intendente o los señores concejales cobran por todo concepto. Esa remuneración la donaría a favor del Club Atlético Cerrillos. Como la esperanza es lo último que se pierde, es de esperar que Cerrillos alargue los pantalones antes de que sea un pueblo fantasma.
Aquiles Casco
Cerrillos