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La sorpresiva aparición del vocero presidencial, ocurrida hace unos días, me deja una serie de reflexiones; o el señor Scoccimarro no sabe leer o el señor Reposo no sabe escribir con puntos, comas y acentos. La alocución fue lamentable en sus formas y desprolija en su desarrollo, y se trataba del vocero de la Presidenta!
Si generosamente soslayamos que el funcionario de prensa mutó por unos minutos a vocero personal del presidente de la Sigen, igual sigue habiendo tela para cortar en este asunto; como ocurre permanentemente desde 2003 en adelante, las culpas son de los de afuera.
Ahora resulta que no es el magro currículum del postulante y su particular forma de dibujarlo, ni la absoluta falta de independencia e imparcialidad necesarias para el cargo, cosa puesta de manifiesto en la última carta dirigida a la Presidenta Fernández, sino que los senadores de la oposición que preguntan son prejuiciosos e insidiosos; si en lugar de ser el vocero de Presidencia, quien se dirigió a la audiencia hubiera sido el renunciante, solo le hubiera faltado hacer pucheros frente a las cámaras.
Para mejor, querer hacer aparecer como renuncia una simple maniobra para evitar la inminente derrota en el recinto, no solo es patético sino cobarde.
No es de extrañar que este tipo de hechos sucedan en la Argentina 2012; ir por todo significa esto, y muchísimas cosas peores más.
Guillermo H. Dotto
Capital Federal