inicia sesión o regístrate.
La violencia contra chiítas y miembros de las fuerzas de seguridad ha repuntado en Irak desde finales del pasado año, fecha que coincide con el repliegue de la mayoría de las tropas estadounidenses desplegadas en territorio iraquí desde el inicio de la invasión de este país, en marzo de 2003.
A ello se suma la complicada situación política, fruto de una crisis institucional que se agudizó el pasado 19 de diciembre, tras la emisión de la orden de arresto contra el vicepresidente suní, Tareq al Hashemi, por terrorismo.
La semana pasada, el primer ministro chiíta Nuri al Maliki sorteó una moción de censura en el Parlamento, promovida por el bloque Al Iraqiya, de Al Hashemi.
En este ambiente, el presidente del país, el kurdo Yalal Talabani, pidió a las distintas fuerzas políticas que emprendan “un diálogo civilizado” y apliquen los acuerdos. En un comunicado, el mandatario subrayó la necesidad de reactivar las conversaciones e intensificar los esfuerzos para “hallar una solución a las diferencias”.
“Irak necesita prioritariamente la cordialidad entre los grupos políticos para lograr una participación nacional verdadera en la administración del país”, destacó.