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Occidente, impotente ante la masacre de Houla

Sabado, 02 de junio de 2012 22:52
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Hay una gran impotencia en Occidente para hacer frente a las matanzas que ocurren en Siria, aunque por ahora prevalece la idea de buscar una solución política al conflicto que tiene 15 meses.

Para algunos mandatarios, como el francés Francois Hollande, el presidente sirio Asad constituye el “principal obstáculo” de la crisis, debido a su intransigencia con la oposición que demanda reformas democráticas.

Asad gobierna Siria desde 2000, tras la muerte de su padre Hafez, que llegó al poder en 1971 mediante un golpe de Estado, con el apoyo de las fuerzas armadas, del partido socialista Baaz y de la minoría religiosa alauita, una rama chiíta del islam.

La masacre de Houla, ocurrida el 25 de mayo, y otros asesinatos sucedidos en los últimos días volvieron a provocar dudas sobre el plan de paz aplicado por las Naciones Unidas, desde abril, con la supervisión del enviado especial de ese organismo multinacional y de la Liga Arabe, Kofi Annan.

Estos crímenes han reavivado la idea de que el Consejo de Seguridad podría aprobar un ataque sobre Siria como ocurrió en mayo de 2011 en Libia para derrocar a Kadafi, medida que es rechazada tajantemente por Rusia, China y Alemania, que se inclinan por una solución política.

Hollande también ha variado su posición en las últimas horas, ya que el martes había manifestado su apoyo a una intervención militar si ésta era aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Pero luego de que el consejo de derechos humanos de la ONU condenara ayer al régimen sirio, Hollande se pronunció a favor de que se aprueben más sanciones contra Asad con el fin de buscar una solución política a la crisis.

Asediado por las críticas, el Gobierno sirio señaló que la matanza de Houla -en la que murieron más de 100 personas- fue cometida por entre 600 y 800 “terroristas internacionales” con el fin de provocar una intervención extranjera en Siria, según informó el brigadier Kassem Jamal Suleiman.

Para el presidente norteamericano, Barack Obama, parece que hay un límite para ordenar una intervención militar: Srebrenica, donde en 1995 murieron 8.000 bosnios musulmanes a pesar de que eran custodiados por unos 400 cascos azules holandeses.

Obama suele decir que con la intervención militar en Libia -apoyada en especial por Francia y el Reino Unido- su gobierno hizo frente a una crisis humanitaria mucho más decisiva que la que enfrentaron sus antecesores.

Con las tropas retirándose de Irak y aún en Afganistán, el presidente rechaza dedicarse a una nueva guerra, especialmente con poco respaldo, incluso entre grupos de derechos humanos.

En Siria se está jugando también una parte de la campaña presidencial, dado que el candidato republicano Mitt Romney criticó al presidente Obama y respaldó armar a los rebeldes.

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