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El 25 de mayo pasado se apagó la vida física de mi querido esposo, Roberto Alfredo Neumann. Aunque es el puerto al que todos llegamos, la partida de quien amamos resulta siempre dolorosa. En estos momentos hay mucho que agradecer, porque es en nuestra debilidad cuando más apoyo necesitamos. En primer lugar, deseo agradecer al Dr. Sergio López Alcobendas, que inmediatamente acudió a nuestro llamado, ayudándonos a transitar estos momentos tan difíciles.
Al Hospital Militar por el profesionalismo y calidad humana de todo su personal, al Dr. Diego Riservato y al Dr. Agustín, mis disculpas por no recordar el nombre de los otros médicos, de las enfermeras, siempre diligentes y prontas a los llamados, el camillero Julio, en todo momento de buen humor, levantando el ánimo de los pacientes con su calidez, tan necesaria para quienes sufren.
Al ingenio Ledesma, donde mi esposo asesoró desde hace ocho años y donde hicieron posible un sueño muy caro para él: el Parque de Plantas Nativas, que fue un gran logro en su vida profesional y al que le puso tanta dedicación. A todas y cada una de las personas que colaboraron con él, mi reconocimiento y cariño. Al diario El Tribuno, que tantas veces le dio la oportunidad de colaborar con artículos sobre cuestiones ambientales y en todo lo relacionado con la agricultura. Además, como familia, valoramos y agradecemos el reconocimiento y los encomiosos conceptos que vertieron sobre la persona de mi esposo.
También deseo destacar la eficiencia de la empresa Caruso, que nos brindó toda la atención que necesitábamos.
A los viejos amigos, a los recientes, a nuestros queridos vecinos, familiares e instituciones, que sería muy largo enumerar, muchas gracias en mi nombre y en el de mi familia.
Juana D. Conde de Neumann
Ciudad