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La vida es un largo camino hacia la muerte, todo pasa, todo se termina y de nosotros queda lo que construimos; benditos sean los buenos sentimientos porque ellos nos dan felicidad, pero “il uomo e lupus d'il uomo”, y no hay mentira más cruel que la que se apoya en un principio de verdad para quebrar el equilibrio social. Como sabemos, hay un equilibrio en el cosmos y uno en la tierra que gira alrededor del sol y sobre sí misma, produciendo las estaciones del año y el día y la noche; a este equilibrio no hay poder humano que lo cambie y nosotros tenemos el nuestro propio, que es más fácil de quebrar; en tanto, que el equilibrio social es el juguete de las voluntades inescrupulosas.
Ocurre que tras del carro triunfal de la democracia, embriagados de soberbia, caminan los cuatro jinetes del Apocalipsis rompiendo la armonía y enarbolando la bandera de la justicia, cometiendo injusticias, como las del “nunca más” y más que nunca buscan confrontar y, como frutilla del postre, con la palabra “memoria”, aluden a la justicia conmutativa del “ojo por ojo, diente por diente”, típica del fundamentalismo. Son las cinco de la mañana, estoy cansado... ¿A qué venía todo esto? Ah, ahora me acuerdo. El concejal Rodríguez lo quiere echar al virrey Toledo de la plazoleta Cuatro Siglos; esto parece surrealista, o una tragicomedia que yo denominaría “El árbol”.
Pablo Ferreira Irigoyen
Ciudad