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Quiero hacer público por este medio el repudio a la atención de cierto personal del hospital San Bernardo. Con motivo de una penosa enfermedad que sufriera el Sr. Benito Córdoba, este debió ser internado en dicho hospital, bajo la indicación de la Dra. Claudia Furlán, en la sala de neurología a su cargo, estuvo allí unos pocos días y fue atendido con la deferencia y calidez que merece todo enfermo. Luego del lapso de un tiempo, nuevamente debió ser internado en el mismo hospital, pero esta vez fue internado en la sala de varones de la clínica médica. Esta vez Benito tuvo que pasar por una tortuosa internación por el mal trato que recibía en la sala: le informaban a su esposa que era un enfermo insoportable, a tal punto que un día que llegó a visitarlo se dio con la novedad de que había sido trasladado a la guardia.
Presa del asombro, comenzó la búsqueda del paciente, encontrándolo en su silla de ruedas en uno de los corredores del hospital; al interpelar al responsable de la sala, le dijo debía llevarse al paciente a la casa. Ante la firmeza de la esposa, el Sr. Benito debió ser nuevamente trasladado a la sala. Luego de permanecer por cuatro meses se agravó su cuadro y fue trasladado al Nuevo Hospital, por diligencia realizada por la Dra. Furlán: allí fue atendido en terapia intensiva; a cargo del Dr. Corrado Ramos y la supervisora Eva Flores, expresando que se trataba de un enfermo ejemplar. Luego de permanecer varios días fue trasladado al hospital Arturo Oñativia, y en terapia intensiva a cargo de los Dres. Swarman y Gómez, también destaco la delicada atención de los profesionales y enfermeros que lo asistieron hasta su fallecimiento.
Debo llamar a la reflexión del Sr. director del hospital San Bernardo a fin de que arbitre medidas para que el personal tome conciencia de que para prestar servicio a los enfermos, deben tener vocación de humanidad y altruismo como fue la preocupación demostrada por la Dra. Claudia Furlán.
Silvia Teresita Vidal
Ciudad