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Unas cien personas murieron ayer en Siria por los ataques del régimen de Damasco y en enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes, denunciaron los grupos de la oposición.
La Comisión General de la Revolución Siria apuntó que al menos 98 personas fallecieron, mientras que los Comités de Coordinación Local elevaron la cifra a 117 y la Red Siria para los Derechos Humanos, a 118.
La mayor parte de las víctimas se registró en la capital y su periferia, objetivo de los bombardeos de las tropas del régimen y donde, según los opositores, se encontraron ayer los cadáveres de varias personas ejecutadas en distintos barrios
Los rebeldes sirios, en tanto, multiplicaron ayer sábado los ataques contra las posiciones del régimen de Bashar al Assad, concentrando sus operaciones contra las infraestructuras de las fuerzas aéreas del régimen.
Desde hace algunos días, los rebeldes apuntan principalmente a las bases aéreas y a los aviones del ejército y afirmaron haber destruido una decena de helicópteros y aviones para limitar el dominio del cielo de la aviación siria.
Por su parte, Rusia, uno de los principales aliados de Damasco, estimó que sería “ingenuo” pensar que el presidente sirio será el primero en retirar sus tropas, en respuesta a las declaraciones de la víspera del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para quien la principal responsabilidad del fin de las violencias recae en el régimen.
El viernes en la noche, los rebeldes se apoderaron del edificio principal de una base aérea en la ciudad de Bukamal, en la provincia de Deir Ezzor (este), cerca de la frontera con Irak, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
“Es un punto importante para los insurgentes”, dijo Rami Abdel Rahman, presidente del OSDH. Según informaciones que no han podido ser verificadas por el OSDH, los rebeldes se apoderaron de misiles anti aéreos que se encontraban en ese edificio. Tras esta operación, al menos 16 soldados, entre ellos varios oficiales, fueron capturados, según la ONG.
Los rebeldes también atacaron en Bukamal el edificio de seguridad del ejército así como el aeropuerto militar de Hamdan.
Piden a la ONU que actúe para frenar el conflicto
Los países vecinos de Siria, capitaneados por Turquía y desbordados ante la elevada afluencia de refugiados que llegan a sus fronteras, pidieron al Consejo de Seguridad de la ONU que ponga fin a sus divisiones, que deje atrás la parálisis en la que está sumido y actúe para frenar el conflicto sirio y paliar la crisis humanitaria.
El máximo órgano de seguridad escuchó ayer los problemas que sufren Turquía, Líbano, Jordania e Irak para acoger a los más de 184.000 refugiados que, han abandonado Siria desde el principio del conflicto en marzo de 2011. Todos ellos participaron junto a los miembros del Consejo en una cumbre ministerial presidida por Francia y centrada en la dimensión humanitaria de la crisis, en la que estuvo el nuevo enviado especial para Siria. Pero los representantes de EE.UU, China y Rusia tres de los cinco miembros permanentes del Consejo decidieron no acudir a la reunión, mandando así un mensaje claro de que la crisis siria no es una prioridad para ellos.