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“Maestra Normal” se desarrolla durante un “acto escolar” en el cual el público cumple un rol protagónico.
Juan Pablo Geretto empezó a actuar a los 8 años, en un grupo teatral de su pueblo natal, Gálvez, en Santa Fe, y nunca más abandonó el oficio. Su primer unipersonal, “Solo como una perra”, estuvo 11 años en cartel, primero en Rosario y luego en Buenos Aires. El boca a boca hizo que la existencia de este santafesino creador de entrañables personajes femeninos llegara a oídos de los productores de Ideas del Sur. Así pasó a integrar el staff de humoristas de Marcelo Tinelli y, más tarde, se mudó a “Mañanas informales”. Pero la tele fue sólo una vidriera ocasional para catapultarse en el teatro, su lugar en el mundo.
Mañana, Geretto llegará a Salta con su última propuesta, “Maestra Normal”, ganadora del Premio Konex a la Labor Unipersonal de la Década. Se presentará a las 22, en el Teatro del Huerto (Pueyrredón 175).
Esta maestra es un personaje que ya tiene su antigedad y, al parecer, todavía no piensa jubilarse...
No! Ni le hables del tema. De hecho, estamos saliendo de gira este año por todo el país. Recién empezamos así que esperamos que año que viene nos encuentre todavía dando vueltas por ahí.
¿Es una especie de estereotipo que creaste a partir del recuerdo de las maestras de tu infancia?
Sí, el texto se fue armando con recuerdos personales y cosas que fui agregando a partir de investigaciones. Me parece que, hoy por hoy, ya es un discurso que concentra lo que es el sistema educativo en sí, más que a una simple docente. Porque si muchas maestras en todo el país, de repente están hablando igual, de lo mismo y llegan al alumno de la misma manera y a lo largo de distintas generaciones, ya hay que hablar de una forma de ser del sistema, más que de una persona.
¿Hasta dónde dejás que los personajes, como la maestra, se conviertan en voceros de tu visión crítica de la realidad?
No es la intención, pero a veces se vuelven críticos por el mismo discurso. La idea es ofrecer un espectáculo de humor donde todos nos divirtamos mucho a partir de un recuerdo en común: el paso por la escuela. Salir del seno familiar para incorporarse a la vida de los adultos a través del colegio es uno de los pasos más importantes de la vida. No es un tema menor y seguramente todos tenemos muy enquistado lo que sucedió en esa etapa. En este espectáculo la gente puede ponerse nuevamente en el lugar de alumno de la primaria, con todo lo bueno, lo malo, lo inquietante, lo perturbador o lo genial que pudo haber sido ese trayecto de nuestras vidas.
¿La exageración es uno de los recursos de tu humor?
Más o menos. La maestra está teatralizada y no creo que llegue a ser un estereotipo. Sí pinto los rasgos con trazo grueso, para mostrarlos mejor, pero de ninguna manera es una parodia. Se habla del rol docente con mucho cariño y respeto... y sin juzgar. Trato de mostrar lo que yo viví, y eso se fue multiplicando en otras voces que aparentemente vivieron lo mismo. Vamos a ver si en estas latitudes la escuela era así. Hasta ahora, he encontrado identificaciones en todos los lugares en donde presentamos la obra.
Específicamente, ¿qué es lo que te interesa comunicar con la obra?
Me interesa decir “ojo, estamos trabajando con chicos, no es un tema menor”. Las personas que se ponen al frente, durante la infancia, deben ser responsables, cariñosas, amorosas. Algunas lo fueron, otras no. Es mi visión de la escuela. Seguramente las maestras también ingresan al sistema educativo con expectativas que después no alcanzan...
¿Tenés referentes estilísticos en cuanto al humor?
Para mí un referente importante fue Niní Marshall, por la forma en que creaba el universo de los personajes. Inventó una multitud de mujeres alucinantes. Fue una adelantada. La estructura básica, los cimientos fueron colocados por Niní. No se puede hacer otra cosa más que tomar lo que mejor te parezca de ella y tratar de incorporarlo.