inicia sesión o regístrate.
“Lo maravilloso de aprender es que nadie puede quitárnoslo”. El elocuente lema del Colegio de la Divina Misericordia se destacaba en los volantes repartidos por los alumnos que allí concurren, durante la IX Expo Jurídico Contable “Jóvenes microemprendedores, una opción para el futuro”. La actividad se llevó a cabo el jueves pasado en la plaza 9 de Julio. Con la mercadería sobre las mesas de cada stand, los chicos atraían a los transeúntes que se acercaban a ver cómo habían aplicado los contenidos de la materia Economía, perteneciente al ciclo orientado en Administración de Empresas. Los artículos eran variados y en algunos casos se apreciaba la intervención familiar. Un grupo había propuesto una empresa dedicada a la confección de pantuflas.
El planeamiento estratégico los había llevado a tal éxito imaginario de ventas, que la casa matriz se había ramificado en filiales por el país. Una tía había asesorado sobre los materiales y había prestado su máquina industrial. “Un sol para los niños SRL” y “Sacando sonrisas” tenían en común el espíritu solidario. La primera se especializa en la creación y fabricación de juegos didácticos destinados a niños con problemas psicomotrices. Agustina, Virginia y Martina, sus dueñas, habían partido de la observación de una realidad que a muchos adultos les resulta indiferente. “Hay chicos que necesitan de esto y por un problema económico no lo pueden tener”, reflexionó Agustina. Lucas, de “Sacando sonrisas” contó que habían elaborado sus productos lúdico-
didácticos en fibrofácil pintado con acrílico. Los cortes de los juguetes de encastre los habían encargado en una maderera. Ambos equipos donarán su stock a una escuela recién inaugurada en La Calderilla.
Luciano, de riguroso traje, oficiaba de inspector y recorría los stands. “Veo que los empleados cumplan con los roles que tienen establecidos: lleguen a tiempo, hagan lo que tienen que hacer”, sintetizó. “Café Sócrates. El sabor del conocimiento” invitaba a una degustación de facturas y sándwiches. Sus dueños explicaron que el diferencial de esta confitería es que presta libros al cliente. “Creemos que la posibilidad de la lectura es lo más importante, además de la calidad de los productos y la atención.
También es primordial la limpieza”, dijo Natalia. Karma, de Liz y Carla, se dedica a la producción de remeras estampadas. Tiñen con anilinas y acrílicos las prendas y una vez secas fijan los colores con acripuff, dejan reposar un día y finalizan aplicando la pancha del revés. Entregan los productos al cliente en bolsas de papel para ayudar a la preservación del planeta. También pintan CD en desuso para colgarlos en la habitación o el árbol de Navidad. “La lámpara azul” cumplió con la premisa de reciclar. Las lámparas fueron hechas con maples para huevo, cucharas descartables y palitos de helado. Tomás reflexiona que “lo bueno de esta exposición es que nos concientiza sobre la reutilización de materiales que usamos cotidianamente y a los que desechamos, cuando podríamos darles otra oportunidad”.