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Un accidente, una operación, un problema de salud. En general en estas circunstancias nos percatamos de la importancia de la donación de sangre. Y un acto altruista -dictado solo por la conciencia- nos separa del vital líquido que corre por las venas y arterias. Se estima que 9 de cada 10 personas necesitarán en algún momento de este gesto cuya pureza es procurar el bien ajeno. Por eso, el Centro Regional de Hemoterapia coloca un puesto sanitario, los primeros jueves de cada mes en la plazoleta IV Siglos, para sumar voluntades. Raquel Apaza (25), una donante que aguardaba ser atendida, contó a El Tribuno que tiene la mente y el corazón permeables a este mensaje. Trabajó en el Cuerpo de Bomberos Voluntarios cinco años en Las Lajitas y al pasar por una situación personal de necesidad y recibir ayuda sintió que “de la misma manera tengo que devolver”. “Uno ve la necesidad de la gente, sobre todo del interior, que no tienen quién los ayude aquí. Muchos cuidan la estética y creen que sacar sangre te engorda, y para nada”, lamenta. A Paola Reyes (29), otra voluntaria, le ofrecieron un desayuno previo a la extracción. Había ido en ayunas, creyendo que debía proceder igual que si le tomaran una muestra para someterla a un análisis clínico. En este caso es un fundamento heredado porque su papá (58) colabora con sangre siempre que le es posible.
Cualquier persona con buena salud, mayor de 18 años y menor de 65, y que pese más de 50 kg puede ser donante. Solo el haber padecido determinadas dolencias (hepatitis, sida, paludismo, tumores), haber estado enfermo en los días previos a la donación o haber tomado medicamentos lo excluyen de ser candidato. Anne Janeth Moller, responsable del área de Promoción del Centro Regional de Hemoterapia, expresó que en Salta cada vez se suma más gente a la lista de donantes frecuentes y que en las colectas la afluencia de público es generosa. “Tenemos que terminar con los mitos como que engorda, debilita o contagia enfermedades”, advirtió. “Para ello el Centro sale de Bolívar 687 y se acerca a la comunidad. También va al interior tres veces al año”, apuntó.
Tal vez el procedimiento más velado continúe siendo la donación de médula ósea. Este procedimiento permite que puedan sanarse quienes padecen leucemia, aplasia de la médula ósea, talasemia y déficits inmunológicos. El 75% de estas personas no hallará un donante compatible entre sus familiares y deberá cifrar su esperanza de vida en donantes no emparentados. El mito a desterrar en este caso es que se efectúa en la médula espinal no en la ósea. “En criollo, explicamos que es el caracú. Acá sacamos una muestra que se manda al Cucai de Buenos Aires, donde se realiza el perfil genético. Si alguna vez sale algún compatible (la posibilidad es de 1 en 40.000) te llaman y te vuelven a preguntar si seguís. Se puede hacer de dos formas: por aféresis (conexión a una máquina con vacunas previas) o por punción, que no se hace en la columna sino en los huesos más gordos del cuerpo: la cresta ilíaca. Y una vez que se obtiene la médula ósea de ese caracú se trasplanta”, explicó Moller.