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Risueña, jovial y ávida por descubrir lo nuevo. Estas son algunas de las características que tiene Rosan Luijcks, una joven holandesa de 23 años, estudiante de medicina que eligió Salta, entre otras partes del mundo, para realizar un ciclo de formación en Neonatología en el hospital público Materno Infantil.
Inició su rotación, un tipo de formación para estudiantes, el 15 de septiembre y desde ese día Salta la abrazó con su cultura, sus paisajes y su historia.
“Cuando llegué y vi toda esa cantidad de gente- por la procesión del Señor y la Virgen del Milagro-dije guau!”, comentó sorprendida Rosan a El Tribuno, quien explicó que en Holanda “nunca se ve eso”.
Eligió Salta para formarse porque una compañera de la universidad vino al hospital el año pasado y “su experiencia fue muy buena”.
La universidad a la que asiste Rosan, Maastricht, tiene un programa que le permite viajar al exterior y realizar capacitaciones cortas. Entre las opciones estaban India, Africa, Uganda y más; mientras que en Latinoamérica solo figuraba Colombia y Ecuador.
“Decidí contactarme con el doctor a cargo de Neonatolgía y él me respondió que no había problema en que realice mi rotación aquí”, explicó la joven, en su castellano medio, que aprendió durante el año pasado.
Pero, ¿Qué impresión tiene Rosan de Salta?: “Para mi todo es nuevo y pienso que la combinación de los servicios y de las clases teóricas en el hospital son muy buenas”. Y, agregó: “En Holanda quizás hay más recursos, pero pienso que las técnicas que se manejan son casi las mismas, el equipo de trabajo es lo mismo y toda la gente que me crucé en el servicio tiene mucho conocimiento”, destacó la joven también refiriéndose al equipamiento.
Durante estas diez semanas de trabajo Rosan realizó tareas en los servicios que integran a Neonatología. Sus experiencias más impactantes las tuvo en la sala de Terapia Intensiva y en la de Partos.
La ciudad y su gente será parte de los que esta joven atesorará a su regreso. “La naturaleza, lo que vi en Cafayate, todo, es muy lindo. La vista de la ciudad desde el cerro San Bernardo y la plaza principal me gustaron mucho”, expresó.
La calidez de los salteños también aportó encanto: “Siempre te saludan con un beso, te preguntan cómo estas. Todavía no se bien cuándo debo responder a esa pregunta, pero son muy amables”, contó entre risas esta joven que espera despedirse solo por un tiempo de Salta.