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Soy una mama sola que lucha por los derechos de su hijito menor discapacitado, pero todos se niegan a escuchar y nadie me da una respuesta. Desde hace un par de años estoy luchando con el IPV para que la casa donde estamos viviendo en Barrio Ciudad Valdivia le sea otorgada a mi hijito, pero nadie me escucha.
En el año 2005 nació mi hijo con hipoacusia neurosensorial bilateral profunda, retraso madurativo, prematuro extremo de alto riesgo. En ese mismo año se anoto mi exmarido en el IPV, en junio del año 2006 nos casamos. Al mes, fue la primera vez que por violencia estuvo detenido. En marzo de 2007 le entregaron la casa. Para ese entonces continuaban los hechos de violencia y agresión psíquica y verbal (siempre lo perdoné y esperé que cambiara). Por no agravar más la situación de mi hijito es que soporté y perdoné tantas veces, hasta que en enero de 2012, tras incesantes insultos, agravios y degradaciones de mi ex marido hacia mí y hacia mi hijo, terminó echándonos de la casa. No le importaba ni su hijo ni a donde iríamos a parar! Y amenazó que si lo denunciaba, le daría una golpiza a mi padre y la encerraría a mi madre (ambos de avanzada edad). Esta situación terminó con denuncias penal y civil y la exclusión del hogar de mi exmarido.
Tras todo esto quise arreglar mi situación ante el IPV, y grande fue mi sorpresa cuando me entero que en el IPV nunca nos hizo figurar mi ex ni a mi ni a mi hijo, es decir, se hizo dar la casa falsificando datos, ya que solo figuran como titular él y la hermana. Toda esta historia se la expliqué a la asistente social del IPV, a la encargada de gerencia social, a una escribana del IPV, a la secretaria del presidente del IPV, a la secretaria de la ingeniera auditora, pero todos se lavan las manos. El Sr. Alesanco jamás se dignó atenderme a pesar de mi insistencia; la ingeniera Galli, tampoco. Ni siquiera tuvo la amabilidad de escucharme. ¿Porqué tanta indiferencia ante las necesidades de la gente? Soy una madre enferma que no sabe cuanto tiempo más podré cuidar de mi hijito discapacitado y lo mínimo que pido es saber que por lo menos el día en que yo no esté en este mundo mi hijito tendrá dónde vivir tranquilo, sin que nadie lo tenga de favor. ¿Tanto pido? Tengo las cuotas de la casa al día, los impuestos pagados al día, pero no tengo ni la titularidad de la casa a favor de mi hijito, ni la tranquilidad necesaria para vivir como nos merecemos, porque mi hijito y yo constantemente recibimos el hostigamiento de mi exmarido que nos exige que desalojemos “su casa”. El Gobierno tiene tantos arreglos políticos y se regalan casas entre ellos; y a mi ni siquiera me atienden para darme una solución. ¿Es eso justo? Si no me solucionan el problema de esta casa, entonces que me adjudiquen otra (no quiero que me la regalen, yo la puedo pagar), pero que hagan algo, que alguien me ayude por favor. Mi hijito no merece vivir este infierno ni que nadie le usurpe lo que le corresponde por derecho!
Adriana Beatriz Vaquero
Ciudad