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Hay una asociación desde lo sociocultural entre el consumo de drogas y el delito en un sentido general. Habitualmente es común escuchar en la boca de otro: “guarda que ahí se drogan. Pasás y te chorean todo”. O en su defecto: “esos andan choreando, seguro que es para drogarse”.
En lo que nos ocupa, como personas que vamos a influir en el pensamiento local, es importante atender a un análisis mas profundo del tema. Si bien hay estudios internacionales y nacionales acerca de la asociación entre drogas y consumo, ésta no es directa, sino que se plantea como una situación de factores concurrentes. Con esto entiendo que drogas y delito son dos fenómenos sociales que se tocan en algunos puntos, pero que de ningún modo en todos. En donde estos fenómenos se solapan o superponen, incluso ahí, no siempre es por un problema de consumo de substancias.
Por ejemplo, conocí el caso, en una época, donde gente que salía a robar consumía antes o después psicofármacos, puntualmente rohypnol, para escudarse después en que no se acordaban de nada de lo que habían hecho, buscando de esta forma evadir a la ley, usando esto como un atenuante. A la vez hay muchas personas que consumen drogas que nunca cometen un delito, mas allá de la tenencia, pero que a partir de un proceso judicial debido a la tenencia quedan incluidos en un circuito al que de otro modo nunca hubieran accedido.
Entonces, diferenciar todo esto es importante porque cada caso tiene su particularidad. No todos los delincuentes tiene problemas de consumo de substancias, sino el penal sería un centro de rehabilitación.
Sumado a esto, el consumo de substancias ha existido siempre, en todas las épocas. L que ha cambiado a lo largo de estas fue el sentido que el consumo tenía. Hubo momentos donde tuvo un fin ritual y simbólico; otros donde fue estrictamente hedonista, por puro placer; y otros donde tomó la forma de un modo de evasión.
En este momento histórico en particular, ya no solo se trata del consumo de substancias como un modo de afrontar el malestar, sino que en mucho casos se ha convertido en un consumo vacío, sin ningún fin más que el consumo mismo. Se consume cualquier cosa: drogas, psicofármacos, sexo, TV, comida, internet, en un frenesí sin límites donde el verdadero problema ya no son lo objetos de consumo, sino el descontrol, la imposibilidad de un límite.
Y este es el punto que hay que recoger, porque una intervención social, judicial o policial, no alcanza si se tiene el sentido de suprimir un objeto de consumo, legal o ilegal. Y esto es así porque ya hablamos de que muchos de estos objetos de consumo son parte de la vida misma, incluso las drogas; y el problema no son estos objetos sino el descontrol.
La intervención que creo conveniente hoy por lo tanto es una dirigida a regular este descontrol, que es el verdadero problema, porque este descontrol excede a las drogas y es lo que en realidad da paso al delito, ya que el delito mismo es una forma de descontrol, donde se pierde la referencia a los códigos y normas sociales, a la ley. Por ejemplo el narcotráfico o la prostitución por su condición de temas marginales están por fuera del control social. Son actividades donde los únicos organismos que habían venido interviniendo son los de seguridad y el judicial.
Lo cierto es que en la medida que en estos temas van participando más actores sociales, se van regulando cada vez más, como lo que está pasando con la prostitución donde hoy hay más participación por parte de derechos humanos u otros. En las últimas redadas a prostíbulos, por ejemplo, participó la AFIP.
Es esto lo que nos parece importante reforzar: el sentido de regular en las intervenciones y no el de borrar o suprimir, porque entiendo que para esto tendríamos que alcanzar cambios culturales profundos, que involucran la cultura y el modo de ser del hombre mismo. Una participación inclusiva, también en el sentido de empezar a sacar de la marginalidad temas como el consumo de drogas. Porque si conseguimos sacar estos temas, y quienes están adentro de la marginalidad y la falta de control social vamos a evitar que se convierta en motivo de delito.
En este punto cabe aclarar que no todas las drogas son iguales. A partir de este punto habrá que ver sobre cuales se puede avanzar en el sentido propuesto y como.