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Massa, el que desacomodó el escenario político nacional

Domingo, 03 de noviembre de 2013 01:23
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Sergio Massa es el personaje indiscutido de la política argentina desde hace más de 100 días, cuando salió con su Frente Renovador a dar pelea en las urnas al oficialismo. Camina el escenario con la seguridad que le concedió el resultado electoral del domingo anterior y con esa amplia ventaja se proyecta con buenas chances para 2015.

Los más de 11 puntos que le sacó al candidato de la Casa Rosada, Martín Insaurralde, abrumó y desacomodó la estructura kirchnerista. Con la mayoría de ambas cámaras del Congreso de la Nación aseguradas, aún con lo justo, los funcionarios de la Presidenta están ocupados ahora en crear mallas de contención para que ningún otro dirigente, intendente o legislador cambie a Cristina por Massa. Y es que el actual intendente de Tigre no esperó al lunes 28 para dejar picando sus deseos de ser uno de los sucesores de Rivadavia.

“La victoria nos obliga a cruzar la frontera y a recorrer la Argentina”, gritó Massa en su discurso. A diferencia de quienes verbalizaron sus deseos de dirigir el país (los calificó de mediocres por preocuparse sólo por sus proyectos personales), el líder del Frente Renovador dijo lo mismo, aunque no directamente.

El voto de los bonaerenses, el distrito electoral más importante de la Argentina, lo puso en un lugar privilegiado. Las encuestas que se repiten en los portales desde que pasaron las elecciones generales legislativas, con la pregunta ¿quién cree que puede ser presidente?, lo ubican -en general- después de Mauricio Macri, pero con un inmejorable perfil presidenciable. En esa línea, también se acomodan el santafesino Hermes Binner y el mendocino Julio Cleto Cobos, indiscutidos ganadores en sus distritos, e incluso Daniel Scioli.

Massa es uno de los jóvenes de la política argentina, tiene 41 años y varios kilómetros andados en los pasillos del poder. Prefiere mostrarse en familia, a la que realza siempre, cercano a sus colaboradores, simple, como un buen vecino al que todos quieren y eligen. De este modo y con discurso conciliador, fue ganándose al electorado y desplazando a quienes parecían “números puestos”.

Otra de sus definiciones muestran ese perfil armonioso, lejos de los agravios. “Queremos abrir los brazos y convocar a todos aquellos que quieran vivir en un país mejor. No importa que vengan del radicalismo o del vecinalismo”, dijo Massa, y plantó una nueva advertencia. Su intención por consolidar una red de socios que lo mantenga vigente entre la gente está más viva que nunca.

Sergio Massa conoce el terreno y sabe que de su trabajo parlamentario dependerá que lo armado hasta aquí no se desplome y traspase la jurisdicción de la Capital. En este tramo, el desafío parece ser cómo trascender desde la banca que ganó en la Cámara de Diputados de la Nación y que ocupará a partir de diciembre próximo.

Posiblemente tenga todo medido, pero no hay nadie que le saque el ojo de encima. En este tramo tendrá que mostrar su mejor cintura para lograr un bloque opositor convencido de que su propuesta es la más conveniente, y que simultáneamente vaya socavando al oficialismo, como a sus opositores más fuertes.

El mejor antecedente de que puede lograrlo son las pasadas elecciones, las del domingo 27, y las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias del 11 de agosto.

Caballitos de batalla

La inseguridad, la unidad de los argentinos aún en la diversidad y la inflación fueron los temas que más menciones tuvieron en sus discursos de campaña. Para cada uno tuvo una frase que lo distinguió de sus rivales del momento, especialmente de los oficialistas, quienes tienen vedados estos temas porque el Gobierno sigue sin reconocerlos como los que más preocupan a la sociedad argentina.

Para demostrar su preocupación contra la inseguridad, por ejemplo, Massa no ahorró en efectos e invitó a Rudolph Giuliani, famoso por su programa de mano dura contra la delincuencia en New York. Massa logró lo que buscaba: el exalcalde no ahorró elogios y dijo que “le ve un gran futuro”, y se mostró “impresionado” por las medidas de seguridad implementadas en Tigre.

Orígenes y cambios

Massa nació el 28 de abril de 1972 en una familia de clase media acomodada en San Martín. En esa localidad, comenzó su carrera política en la adolescencia en la desaparecida Unión del Centro Democrático (Ucede); luego se sumó a las filas del peronismo.

En 1999, fue elegido diputado provincial en Buenos Aires por el Partido Justicialista y dos años más tarde se casó con Malena Galmarini, hija del exfuncionario del gobierno de Carlos Menem, Fernando Galmarini, con quien tuvo dos hijos.

Su suegro lo acercó a Eduardo Duhalde, quien durante su presidencia en 2002 lo nombró en la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses), en la que comenzó a destacar con un estilo moderno de gestión que también cautivó a Néstor Kirchner. El fallecido expresidente lo ratificó en el cargo, pese a que en 2005 fue elegido diputado nacional. Dos años más tarde dejó la banca al ganar la intendencia de Tigre, a la que describían como una localidad pujante pero con contrastes entre sus islas del delta del Paraná, la expansión de exclusivas urbanizaciones cerradas y bolsones de pobreza.

En su currículum Massa también cuenta que en 2008 fue convocado por la presidenta Cristina Fernández para ejercer la jefatura de Gabinete. Dejó ese cargo para regresar a Tigre y llevar adelante una de las políticas que más lo popularizaron: su campaña contra la inseguridad.

La distancia con el kirchnerismo se profundizó cuando se conocieron sus críticas a Néstor Kirchner, que fueron reveladas por Wikileaks. Pero a Massa eso ya no le quita el sueño y asegura: “No me importan las encuestas ni la opinión de los dirigentes. Sólo me preocupa la gente”.

 

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