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3 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
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Cuando comer es parte de la espiritualidad

Sabado, 30 de noviembre de 2013 01:58
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Hay religiones que están organizadas de formas más o menos rígidas, mientras otras carecen de estructura formal y están integradas en las tradiciones culturales de la sociedad que las practican. Estas creencias y prácticas abarcan al tema de la alimentación y las comidas. Y en este marco, la gastronomía budista tiene una gran importancia si calculamos que habría unos 1.691 millones de budistas en el mundo. La gastronomía budista es principalmente vegetariana, para poder mantener el precepto budista general del ahirsa (no violencia) sobre los animales. Esta cocina es conocida como “zhaic…i” en China, Singapur, Taiwán y Vietnam; shojin ryori ("cocina de devoción') en Japón; sachal eumsik ("comida de templo') en Corea.

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Así encontramos que los cocineros vegetarianos budistas se han vuelto extremadamente creativos imitando la carne a partir del gluten de trigo preparado o seitán, la soja (en forma de tofu o tempeh), agar-agar y otros productos vegetales.

Muchos restaurantes budistas sirven platos vegetarianos, veganos, no alcohólicos y los llamados “wu hun”. Algunos budistas toman comida vegetariana solo una vez a la semana o al mes, o en ocasiones especiales como la visita anual a la tumba de un ancestro. Para servir a este tipo de cliente, además de al vegetariano integral, el menú de un restaurante vegetariano budista no suele diferir del típico chino, salvo en que las recetas de carne incluyen en su lugar soja oseitán con sabor a pollo.

Una visión diferente del alimento

A diferencia de los no budistas que vemos la alimentación como una necesidad más de nuestro organismo, tanto para obtener energía y como para mantenernos vivos, los budistas, en cambio, ven a la alimentación como un camino hacia la felicidad.

Para los monjes budistas los alimentos son medicamentos. Y todo alimento que ingresa a nuestro cuerpo, pasa a formar parte de nosotros mismos, determina nuestra salud y moldea nuestros cuerpos. “Eso que ingieres, formará parte de ti adonde vayas”, dicen.

Por otro lado, lo más importante no es el alimento en sí ni su forma o sabor, sino el por qué lo comemos, así también qué tenemos en nuestra mente al momento de comerlos y hasta cuando los cocinamos. En síntesis, “lo positivo no es la acción, sino la motivación”.

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