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La nueva cara del ecumenismo

Domingo, 03 de marzo de 2013 20:44
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El mundo se encuentra expectante ante el interregno que significa la vacancia del Trono de San Pedro.

Si bien el inmediato sucesor que se designe es de suma importancia para el catolicismo, el cristianismo y el mundo, la proyección de los candidatos en los tiempos venideros abre expectativas de suma trascendencia.

Unidad de los cristianos

El papa Benedicto XVI desarrolló en forma intensa una estrategia de acercamiento con todas las Iglesias. Su trabajo dedicó un capítulo muy

especial a la Iglesia Anglicana, que se tradujo en actos de decisiva importancia cuyas últimas motivaciones y consecuencias escapan, por ahora, al conocimiento de quienes no integran el círculo íntimo del papado.

En octubre de 2009 se celebró el crucial acuerdo entre Roma y Londres (divergentes desde 1534) entre los representantes de la Iglesia Anglicana, los arzobispos de Canterbury, Rowan Williams, y de Westminster, Vicent Gerard Nichols con el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, William Joseph Levada y el secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano, Joseph Di Noia.

Al decir del cardenal Levada, este acuerdo “está en línea para el compromiso ecuménico”. “Se establecerán diócesis no territoriales que dependerán de un obispo particular”, no del diocesano. “Esas comunidades conservarán su patrimonio espiritual litúrgico anglicano, y su prelado personal será elegido entre ese clero”. Para este histórico acercamiento, Benedicto XVI aprobó una constitución apostólica, norma de máximo rango.

Un año después, en octubre de 2010, el Papa viajó a Londres para ratificar el acuerdo del año anterior. En ese momento inicia el camino de beatificación del presbítero anglicano convertido al catolicismo que llegaría a ser el cardenal John Henry Newman. Benedicto XVI fue recibido en la Abadía de Westminster por su canóniga, la reverenda Jane Hedges (adalid en la consagración de obispos mujeres).

Ya el 16 de abril de 2010 el arzobispo Williams había anunciado a través de la BBC: “Benedicto será recibido como un valorado socio. Y ya está”. El 10 de marzo de 2012 en la capilla de Gregorio Magno tuvo lugar el encuentro ecuménico de Benedicto con el arzobispo de Canterbury.

Los liderazgos

La reina Isabel II es la jefa del Estado Británico, del Commonwealth, de las Fuerzas Armadas y también jefa de la Iglesia de Inglaterra (Anglicana). Mediante el “ecumenismo” el Papa abrió las puertas del Catolicismo a la Iglesia Anglicana (que permite el sacerdocio femenino y sacerdotes homosexuales). Conciliar las jefaturas de la iglesia romana, el Papa, y de la anglicana, la reina, no parece ser una simple cuestión.

De allí que es válido conjeturar si esta integración entre ambas Iglesias, en la intención de conformar una superestructura mundial de fe unificada y control financiero centralizado (tal como propone el cardenal Peter Turcker):

¿No significa también la unificación futura de su jefatura? Para los católicos, la idea es que los anglicanos vuelvan al redil. Para los británicos, el propósito podría ser otro.

Para tal evento -si es que Roma acepta ceder el liderazgo- parece que Gran Bretaña se encuentra preparando al futuro monarca, de quien aspiran que no sólo sería el rey de Inglaterra sino que, como producto de esta unión ecuménica, bien podría considerárselo como el nuevo líder mundial de la Iglesia Universal; es decir, bien podría ser el futuro rey del mundo: me refiero al actual príncipe Guillermo.

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