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Durante buena parte de la era K, las sucesivas administraciones de Néstor y Cristina Kirchner contaron con una ventaja adicional de la que no gozaron otros gobiernos anteriores: la “abundancia” de dólares. Ese escenario cambio como consecuencia de las medidas implementadas por el gobierno, que ante la escasez de divisas, a partir a ahora se aferra cada vez más a la “sojadependencia”. El sitio iProfesional.com, realizó una extensa nota sobre el tema.
En épocas pasadas, frente a las restricciones externas -entiéndase más divisas que se iban que las que entraban a la economía- automáticamente se ingresaba en una fase de crisis.
Por el contrario, éstas parecían “brotar” de distintos frentes, dado que el kirchnerismo contaba con numerosas “ventanillas” a través de las cuales la plaza doméstica siempre parecía estar bien provista. Así las cosas, de la mano de un tipo de cambio competitivo -uno de los principales pilares de los llamados superávit gemelos- el turismo era una buena entrada de dólares, dado que durante mucho tiempo fue más lo que los extranjeros gastaban en el país que lo que los argentinos se llevaban al exterior.
Paralelamente, los pozos de petróleo y gas siguieron trabajando a todo vapor.
Para coronar uno de los mejores ciclos de crecimiento de la historia, las commodities terminaron “explotando”, de la mano de un continente asiático cada vez más demandante, fenómeno que no sólo impulsó los precios de la soja, sino que esto también repercutió en los valores de cereales, minerales, frutas y carnes.
Sin embargo, conforme se disparó el problema inflacionario y el atraso del tipo de cambio empezó a meter la cola, el Gobierno debió echar mano a las restricciones, primero comerciales y, por último, cambiarias.
“En la actualidad, el superávit comercial, principalmente de la mano de la soja, es la única fuente genuina de divisas que le quedó en pie al Gobierno, la cual se la reservó exclusivamente para el BCRA, que pasó a ser el único comprador”, explicó Gabriel Caamaño Gómez, economista. Como consecuencia de este escenario, para Eric Ritondale, economista del Estudio Orlando Ferreres, “el Gobierno se volvió cada vez más dependiente de la soja, que a su vez se ha convertido en uno de los principales sostenes del superávit comercial. Este fenómeno se fue agravando en este último tiempo y va a mantener esta tendencia a futuro”.