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Ni realidad ni esperanza

Miércoles, 17 de abril de 2013 12:22
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Señor gobernador, no se imagina la esperanza que tenía de que haga un buen Gobierno. Ahora sé que cuando vaya a las urnas, usted y sus elegidos para que lo acompañen no serán una elección para mí, porque no quiero gente corrupta.

Señor gobernador, cuando puse su voto en la urna lo hice con una lágrima y una plegaria, para que Dios lo ayude y lo acompañe, pero ahora le pido a Dios que me quite esta sensación de traición, impotencia y dolor; porque si bien usted no gobierna para mí, sus decisiones influyen en mi persona, y no se imagina cuánto aposté por usted, y cuán grande fue mi desilusión.
Solo me queda por decirle que cuando ponga una campaña con una fotito feliz de una familia humilde y les prometa una casa, cumpla con ella y hágala; cuando en un desfile quede un solo gaucho por desfilar, quédese a esperarlo porque es un salteño igual que usted y viene a brindarle sus saludos; porque el sistema de salud en algún momento de la historia fue lo mejor que tuvo Salta y ahora no se acerca en nada a lo que fue; que en el diario no aparezcan más chicos muertos por falta de alimentos y ponga como excusa una ideología milenaria; para que sus amigos no usen la cosa pública, como por ejemplo el helicóptero de la Provincia, para usos personales; que no es de mi incumbencia indicarle cuál es su trabajo pero su labor es gobernar para todos, pero focalizado en los más pobres, porque los ricos se cuidan solos y los pobres no tienen quién los cuide.
Y entre otras cosas que me quedan por decirle, si bien sé que es de canallas desearle el mal a otra persona, me reservo el pensamiento para mí y le deseo un buen gobierno, que cumpla con todo lo que prometió. Porque cuando empezó prometió hacer realidad la esperanza, y usted me dejó sin ella.

Rafael Alejandro Lescano Viero
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