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Quien oyó hablar alguna vez de las hazañas del Gral. Martín Miguel de Gemes y se conmueve con las proezas del Cnel. Vidt, sabe que en la Patria Gaucha perpetuamente la Nación argentina tendrá servidores para la defensa del honor nacional.
Como salteños nos estremecen las historias lejanas, nos abruman los relatos de antaño y ya sea por fuerza de costumbre o por imitación nos enamoran los eventos épicos de nuestra búsqueda de la libertad en la fase emancipadora. ¿Pero qué hay de aquellos actos heroicos realizados para preservarla? Si la libertad es un preciado regalo otorgado por aquellos valerosos hombres que llamamos próceres, cuyo sacrificio germinó en nuestro actual disfrute, ¿no es lógico pensar que aquel obsequio precioso debe cuidarse con idéntico ahínco y compromiso a riesgo de perderlo nuevamente?
Siempre nuestra historia proveyó actores y protagonistas para que nosotros no estemos clamando al cielo nuevamente por nuestra libertad. Siempre Dios se complació en otorgar al pueblo salteño hombres de valor para que él, orgulloso, pueda enaltecerlos con merecido honor. Nuestra historia reciente no es la excepción, nuestro tiempo no en mucho difiere al de antaño en la preservación del regalo preciado de la libertad.
¿Por qué entonces nos cuesta tanto como sociedad reconocer nuestros héroes?
Es difícil imaginar a Gemes reclamando reconocimiento como héroe gaucho, tal cosa no podría pasar. ¿Por qué con nuestra omisión sumimos en este suplicio a quienes con idéntico compromiso nacional y amor por su tierra realizaron semejante entrega en la defensa renovada de la libertad?
Es que, tan honorable como lo es el valor para defender la patria, lo es también el de reconocer a quienes la defendieron. Por lo cual, si tan excepcionales son los héroes nacionales, igual lo son aquellos que los honran.
Salteños, seamos excepciones honrosas, honremos a los próceres de nuestra historia reciente.
Pablo Rodríguez
Ciudad