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Un amigo que aun se extraña

Domingo, 21 de abril de 2013 10:44
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“Farjato” fue, en los años "60, defensor de detenidos y presos políticos, aún a costa de su propio cuero.

El pasado lunes 15 de abril se cumplieron veinte años desde que falleció el abogado salteño Farat Sire Salim, “Farjato” para los amigos. Nació, según solía recordar, entre la algarabía, los festejos y los cohetes de una noche de fin de año. “Cómo no voy a ser un apasionado abrazador -decía con una pizca de malicia-, si nací entre los besos y los abrazos de fin de año...”.

Nació en Salta el 31 de diciembre de 1926, en una familia numerosa, pues una docena de hijos trajo al mundo ese modesto matrimonio llegado de Tumín -pequeña aldea siria-, integrado por don Salomón Salim y doña Fetne Abraham.

Y como un presagio de lo que sería su vida, un tío se lo llevó a Medio Oriente cuando tenía dos años. El tío murió y allá quedó el chico hasta que ocho años después pudo regresar y reencontrarse con su familia en Salta.

En 1936 tenía 10 años cuando debió aprender el idioma y comenzar la primaria. Sus estudios universitarios los hizo en Tucumán, en la Facultad de Derecho. Con el título bajo el brazo, Farat Sire Salim regresó a Salta y se casó con Emia Auad, compañera de toda la vida y madre de sus seis hijos. Comenzó su carrera profesional como Defensor del Trabajo y más tarde juez del Trabajo.

En 1958, cuando el país retornaba a la democracia, Farat se afilió a la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), única afiliación de su vida. El triunfo electoral de la UCRI, logrado el 23 de febrero de 1958, consagró a don Bernardino Biella gobernador de Salta. Su fiscal de Estado fue entonces Farat Sire Salim.

A poco de andar, el gobierno de Biella debió soportar tiempos difíciles. La oposición lo acosó constantemente con las armas más viles. También lo hizo la guarnición militar local bajo la jefatura del general Edgar Landa. Este acusó al gobierno de Biella de tener, entre sus funcionarios, peronistas, comunistas y corruptos. Más aún, entregó al gobernador una lista de funcionarios que debía exonerar. Entre ellos, los abogados Farat Sire Salim, Fiscal de Estado, y Víctor Martorell, presidente del Banco de Préstamos. Pero había otra exigencia: los partidos Justicialista y Comunista debían ser disueltos por decreto. Biella rechazó de plano ambas exigencias y, entonces, la presión militar trajo como consecuencia la intervención de Salta concretada el 20 de diciembre de 1961.

Decreto inconstitucional

El primer acto político del delegado federal en Salta, Dr. Enrique Escobar Cello, fue dictar el Decreto 14/61. Dispuso la disolución de los partidos Justicialista y Comunista. El 5 de diciembre, la ciudadanía se enteró de que el Fiscal de Estado, Farat Sire Salim, había declarado inconstitucional aquella norma proscriptiva.

El dictamen -publicado íntegramente por El Tribuno el 5 de diciembre de 1961-, es fiel reflejo de la honestidad intelectual y política de Salim. Por supuesto, el documento sirvió para que su autor fuese considerado por “demócratas” locales, y los servicios de inteligencia, como un “perturbador político” que debía acallarse. Eso explica las persecuciones, los sabotajes, la cárcel y el exilio de años venideros, pues Farjato nunca se doblegó.

 Días después, el 5 de diciembre, la ciudadanía se enteró de que el Fiscal de Estado, Farat Sire Salim, había declarado inconstitucional aquella norma proscriptiva.

El dictamen -publicado íntegramente por El Tribuno el 5 de diciembre de 1961-, es fiel reflejo de la honestidad intelectual y política de Salim. Por supuesto, el documento sirvió para que su autor fuese considerado por “demócratas” locales, y los servicios de inteligencia, como un “perturbador político” que debía acallarse. Eso explica las persecuciones, los sabotajes, la cárcel y el exilio de años venideros, pues Farjato nunca se doblegó.

Farat Sire Salim fue uno de los abogados que en los años "60 defendió a los detenidos y presos políticos, aún a costa de su propio cuero. Lo hizo en una década difícil, una de las más vergonzosas que vivió el país. En los "60 se derrocaron dos presidentes; se impuso un gobierno títere (José María Guido); se enfrentaron facciones militares reiteradas veces, siendo de los conscriptos, la única sangre derramada; se anularon elecciones y se proscribió partidos políticos. El broche de oro: la dictadura de Juan Carlos Onganía. Tiempos difíciles, para hombres como Farjato.
 

Magistratura y exilio, entre el trabajo en la justicia y la literatura
 

En 1973, con el retorno de la democracia, el Dr. Miguel Ragone designó a Farat Sire Salim ministro de la Corte de Justicia junto a los abogados Manuel Pecci, Ricardo Reimundín, Ernesto Saman, Andrés Martinelli, Miguel Angel Figueroa y Roque López Echenique. Intervenida la provincia en 1975, y aún siendo magistrado, sufrió un nuevo atentado en su domicilio. Después fue detenido y trasladado a Buenos Aires hasta que obtuvo la opción de salir de la Argentina.
Permaneció en el exilio (Mérida, Venezuela) hasta el retornó de la democracia en 1983. El entonces gobernador electo Roberto Romero, su viejo amigo, lo designó nuevamente como ministro de la Corte de Justicia. Y en 1989, luego de jubilarse, Farjato pudo reencontrarse con un viejo amor: la literatura.
El poeta Walter Adet lo incluyó en su antología de poetas y prosistas de Salta, con el cuento “El momento”, que versa sobre el terremoto de Salta del 24 de agosto de 1948. Luego publicó los cuentos “Oficina de inmigración” y “La búsqueda”, en la revista cultural salteña “Claves” .
Su muerte
Hace 20 años, el 15 de abril de 1993, falleció a los 67 años en Buenos Aires. Su desaparición conmovió a los amigos y a quienes lo habían frecuentado alguna vez. Marcelo O'Connor, otro viejo amigo, escribió: “Me han dicho que Farjato ha muerto. No lo creo. Inútil es que traten de convencerme de lo contrario. Estoy seguro de que cualquier mañana de éstas me dará un fuerte manotazo en la espalda y, al darme vuelta, me encontraré con su optimismo desparramado en una gran sonrisa.... Después hablaremos de sus épocas de fiscal de Estado, de la Justicia, de golpes de Estado, las intervenciones, la Corte, el exilio y la Corte otra vez. Y sin querer, sin darnos cuenta, habremos repasado cincuenta años de historia provincial... Me vienen a decir que Farjato murió. ¿que tontería es esa? Es como si afirmaran que se murió el viento, el amor, la lucha o la justicia. Puede ser que amainen o por momentos parecer que cesan, pero siempre estarán ahí”.

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