inicia sesión o regístrate.
El período 2003-2013 constituye para la historia de nuestro país una década muy significativa, porque el gobierno kirchnerista está dejando su impronta a nivel político, social y comunitario, materializado en una verdadera transformación.
El gobierno encabezado por Fernando de la Rúa estuvo a punto de quebrar la institucionalidad democrática, al punto que entre los años 2001 y 2003 los argentinos tuvimos cinco presidentes, un proceso traumático de la devaluación de nuestra moneda, la muerte en los reclamos sociales, el desgobierno, el descrédito de la política; fue la época del “que se vayan todos”.
En Salta, una década atrás no era fácil ser kirchnerista; éramos apuntados como traidores porque nos negábamos enfáticamente a ser parte de un proyecto que había tenido nefastas consecuencias para el norte provincial; los conflictos, los cortes de ruta y el caos social eran resultado del abandono. La soberbia había dejado una crisis institucional con la represión como única respuesta. Teníamos convicciones y el tiempo nos dio la razón.
Pero para acompañar el proyecto nacional y popular teníamos que ser gobierno. Los salteños nunca antes habíamos experimentado el sentido de pertenencia, tanto al plano nacional como provincial, como se vive en la actualidad. Esto es difícil de ser entendido por los habitantes de las capitales, pero no por los del interior, que saben de postergaciones y de olvidos; la política de descentralización permitió que los municipios inviertan en obra pública y desarrollo social, respondiendo a las demandas de los vecinos de comunidades como Tartagal.
La asignación universal
En regiones como la nuestra qué decir lo que para miles de familias criollas y aborígenes significó la asignación universal por hijo, que hoy asegura una vida digna para nuestros niños, con todo lo que esa expresión implica.
El gobierno del Dr. Néstor Kirchner primero y luego el de Cristina Fernández fortaleció la calidad institucional y convirtió los planes de emergencia en un programa que motorizó el trabajo genuino. La reactivación de la economía se fue logrando sin sacrificar a los trabajadores, a los jubilados, como lo hacían los gobiernos neoliberales. Se logró el desendeudamiento, la independencia externa; las deudas provinciales fueron reestructuradas, se unificó la moneda (8 provincias tenían sus propios bonos) y se consolidó el crecimiento económico general.
En la última elección, el 80 por ciento de la población de Tartagal votó el proyecto nacional y popular que encabeza Cristina Fernández de Kirchner, y esto solo se entiende por la histórica transformación de nuestra ciudad.
Redes de agua para veintisiete comunidades aborígenes; 51 kilómetros de redes de gas natural; tres mil nuevas viviendas; 250 cuadras de pavimento; tres CIC (Centros Integradores Comunitarios); siete nuevas plazas; dos puentes carreteros; la millonaria inversión en la obra de defensa del río Tartagal; el canal sudeste y la sala de pediatría del Hospital Perón son solo algunos de esos grandes proyectos concretados como parte de un desarrollo urbano sin precedentes.
Hemos superado la idea del “que se vayan todos” para incorporar nuestro lema “juntos podemos”, que implica inclusión, integración, compromiso social.
Sentimos el acompañamiento de la gente, que realiza su aporte al desarrollo de la ciudad fortaleciendo las instituciones barriales, sociales, culturales y deportivas, en una renovada confianza ciudadana, con sectores sociales -como la juventud- que se integran a la militancia para ser protagonistas y para hacer entre todos realidad aquellos ideales que forjaron nuestra Nación hace ya más de dos siglos.