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Mañana, 7 de mayo, se van a cumplir 16 años del corte de ruta en General Mosconi, al que algunos llamaron estallido social, pero que en realidad fue una “pueblada”.
La mayoría creíamos que este método de lucha iba a servir para salir de la crisis que estaba atravesando la zona después de las privatizaciones de las empresas del Estado: YPF, Ferrocarriles Argentinos y otras, afectando de una forma terrible la economía que hasta ese momento daba vida a más de 100.000 habitantes en el departamento San Martín.
Y así, por primera vez, aparecían distintos actores que pretendían, algunos, utilizar el conflicto para solucionar el problema con los bancos, otros querían transformarlo en votos para sus apetencias personales y otros oportunistas veían la oportunidad de direccionarlo hacia el Gobierno provincial por sus odios a Romero, pero ninguno de estos personajes querían actuar en función de conductores de puebladas, porque precisamente vivían políticamente colgados del saco de Juan Carlos Romero y muchos de ellos hoy son funcionarios.
Estos cortes sirvieron para decir basta a este modelo liberal de hambre y miseria para muchos, pero como método fueron un fracaso, no solamente en Salta sino en el resto del país, porque le dio nuevamente el gobierno a liberales como Duhalde, convirtiendo nuestro reclamo genuino en algo inalcanzable. Tartagal, Mosconi, Aguaray, Salvador Mazza y al resto del departamento no pudieron solucionar la crisis de falta de trabajo, infraestructura, salud y educación, al contrario hoy la zona se ve profundamente afectada por la falta de atención a estos puntos que figuraban en el acta elaborada en la ruta, por la falta de gestión de sus funcionarios y ni hablemos de la solución definitiva de agua potable, con un dique agotado.
Seguramente, la historia va a recordar esa pueblada sobre la ruta 34 y, seguramente, la historia también no va a recordar que lograron algún cambio en lo económico y social. Lamentablemente, los referentes políticos no supieron aprovechar las grandes posibilidades que tenían para introducir los cambios anhelados para la zona, porque indudablemente no estaban a la altura de los acontecimientos que pasaban en la Argentina. Estaban miopes y aún lo siguen estando.
Juan Domingo Javier
Ciudad