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Antes que nada debo acloarar que no soy un buen cocinero. Muy por el contrario, confieso que se me queman hasta las ensaladas. Sin embargo, me zampo sea como sea que salga la comida. Que en general deja bastante qué desear. Esta es una de las razones por las que suelo comer afuera de casa.
Y entre los lugares que voy visitar, debo mencionar al Café del Tiempo, donde suelo pedir “Lomo al Tiempo” un plato de buenas carnes. Soy un fanático de este tipo de platos. Un fanático de las carnes, en definitiva. En el lomo que recomiendo, la cocción con la que lo presentan suele ser la ideal, el abanico de sabores el justo y la textura la precisa. Y creo que esto es lo que más busca alguien que aprecia a las buenas carnes.
Me gusta maridarlo con un buen vino. Entre mis predilectos, menciono al Font de Cava y al San Pedro de Yacochuya, caros tal vez, pero los mejores.
Pero sobre todo me considero un cafetero apasionado. Mi vida está rodeada por el aroma del café. ¿Dónde me gusta tomarlos? Sin dudas en Victoria Plaza. Me gustan calientes, a punto de quemarse, y bien negros. Un café oscuro, cigarros negros y un buen libro, deben ser una de las formas del cielo. Lo es, al menos, para mí.
Pero, sobre todo gusto de sentarme con un café en el Victoria porque el aroma y el lugar me traen a la memoria las personas a las que he conocido en estas mesas. Personas como el actor Elías Antar, los poetas Walter Adet, Miguel Angel Pérez, Hugo Alarcón, regresan en el aroma del café.