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En un nuevo esfuerzo por detener los planes bélicos de Estados Unidos y algunos aliados contra Siria, el papa Francisco pidió el “cese de la violencia y devastación” en ese país árabe, y que un eventual ataque no sirva a los fines comerciales, como el tráfico de armas.
“Siempre queda la duda de si esta guerra de aquí o de allí es de verdad una guerra o una guerra comercial para vender armas o para incrementar su comercio ilegal”, cuestionó el papa Francisco ante la multitud que lo escuchaba ayer en la plaza San Pedro del Vaticano para el tradicional rezo del angelus dominical.
Muchos de los presentes habían participado de la vigilia de oración del sábado que había convocado el máximo líder de la Iglesia Católica para pedir por la paz en Siria, en medio de los llamados de Washington de atacar a Damasco como castigo por el presunto uso de armas químicas contra civiles.
“Elegir el bien -dijo Francisco- implica decir no al odio fratricida y a las mentiras de las cuales se sirve, a la violencia en todas sus formas, a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal”.
“Estos son los enemigos a combatir, unidos y con coherencia, no siguiendo otros intereses que no sean los de la paz y del bien común”, aseguró el pontífice.
Toman un pueblo cristiano
En los últimos días, los combates entre el gobierno sirio de Bashar Al Assad y las milicias opositoras se concentraron en Malula, un pueblo cristiano de 5.000 habitantes, a 50 kilómetros al noroeste de Damasco, conocido en el mundo por ser una de las pocas comunidades donde aún se habla en arameo, la lengua de Jesús.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización opositora con sede en Londres, los insurgentes sirios tomaron la localidad cristiana en una nueva ofensiva, en la que murieron varias decenas de opositores y soldados, y más de cien resultaron heridos.
El conflicto en Siria ya costó más de 100.000 muertos.