inicia sesión o regístrate.
La Legislatura de la Ciudad declaró su adhesión a esa postulación, presentada este año ante la UNESCO por el Gobierno de la Ciudad, que argumentó que esta técnica pictórica es "una expresión singular y representativa de Buenos Aires, y por extensión del país, que la convierte en referente de la identidad porteña y nacional".
El filete es candidato para integrar la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad ante la UNESCO, como ya lo hace el tango desde 2009. Esta lista incluye "los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural".
El filete es esa forma particular de ilustración que arrancó en los carros que hacían repartos a fines del siglo XIX. Dos chicos que cebaban mate y hacían mandados en una carrocería donde hacían los carros, tuvieron un día la oportunidad de tomar el pincel y le dieron un toque personal. La historia empieza así con Vicente Brunetti y Cecilio Pascarella, ninguno mayor de 13 años. La técnica se fue perfeccionando y se usó -cuentan Esther Barugel y Nicolás Rubio en "El filete porteño"- para poner el nombre del dueño del carro y su especialidad: leche, pan, verduras. Aparecieron flores, pájaros y hasta dragones. Si el cartel era grande había que pagar impuestos, así que la idea fue hacerlo chico pero llamativo. Y aparecieron, a pedido de los dueños, las frases: "Para tí, madre"; "De ranas como vos tengo la sartén llena" y hasta "Si su hija sufre y llora es por este pibe señora". Del carro, el filete saltó al camión y de ahí al colectivo. Hasta que en 1975 lo prohibieron, argumentando que tanto ornamento confundía a los pasajeros. Entonces, el filete se mudó a los cuadros y a muchos otros soportes.