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Durante controles vehiculares preventivos realizados por efectivos de la División Policía Rural y Ambiental, dos hombres fueron sorprendidos trasladando animales silvestres faenados en distintas localidades de Salta. Los procedimientos se desarrollaron en El Quebrachal y Pichanal, donde se secuestraron los cuerpos sin vida de una corzuela y tres carpinchos.
El hallazgo se produjo tras la fiscalización de dos motocicletas que circulaban por zonas rurales, en las que los uniformados constataron la presencia de los animales, ya cazados y preparados para consumo o venta. Los ocupantes de los rodados no pudieron justificar la procedencia de los ejemplares, todos pertenecientes a la fauna nativa protegida.
Ante la situación, intervino de inmediato la Fiscalía Penal zonal, que ordenó el secuestro de los animales y el decomiso correspondiente, además del labramiento de una contravención por la infracción a la normativa de protección del ambiente.
Lo llamativo del caso es que, pese al daño al ecosistema, no hubo detenciones ni imputaciones penales más severas. El accionar de los cazadores ilegales quedó enmarcado únicamente en una falta contravencional, lo debilita las sanciones frente a los delitos ambientales en la provincia.
Desde organizaciones ambientales vienen advirtiendo que estos casos son cada vez más frecuentes y que la caza furtiva representa una amenaza directa y permanente para las especies autóctonas, muchas de ellas en peligro o con poblaciones en retroceso.
La corzuela, un pequeño ciervo nativo, y los carpinchos, los roedores más grandes del mundo, cumplen un rol clave en el equilibrio de los ambientes donde habitan. Su desaparición o disminución impacta directamente sobre la cadena trófica y la salud de los ecosistemas.
A pesar de que en Salta existen normativas claras que prohíben la caza y comercialización de estos animales, las penas deberían ser más severas prevenir este tipo de actos.