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La Sagrada Familia, obra integrada a la bella Barcelona

Miércoles, 24 de diciembre de 2014 00:30
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Barcelona. Aquí nacieron grandes figuras de resonancia mundial. Es una de las diez ciudades más hermosas del mundo, recostada sobre el Mar Mediterráneo.
En esta tierra ha encantado con su voz única y su poesía edulcorada, Joan Manuel Serrat. El museo de Salvador Dalí, nacido más al sur, igual que el del malagueño Picasso, tiene miles de obras.
El paseo de la Reforma, el eje comercial y cultural de la ciudad, atrae como a un imán a turistas del todo el mundo. Los catalanes, ahora más que nunca quieren la independencia, muy resistida por el resto de España. Pero el aporte económico que hacen a la nación también es discutido y le falta materia prima imprescindible para sostener su proclamada independencia.
Pero ahora hablaremos de una de sus obras indiscutibles: la iglesia de La Sagrada Familia. La gran creación, aún inconclusa de Antonio Gaudí y Cornet, fue iniciada en 1882. Su modelo de iglesia es prácticamente única en el mundo, concebida entre la madre naturaleza. Sus columnas se asemejan a árboles con ramas y están decoradas con hojas, flores e insectos. Tendrá dos campanarios y el color es el símbolo que se tuvo en cuenta. Es que la esperanza resplandecería en tono verde. Gaudí, su constructor, diseñó una planta con forma de cruz latina y ocupará un lugar más relevante en la construcción del edificio. Su idea es la de una prédica, una obra monumental, según los planos se concibió como un tributo a Dios.
Mientras alrededor de 1900 la ciencia y la técnica avanzaban en Estados Unidos, muchos arquitectos, pintores y escultores volvieron la vista atrás para retomar tradiciones artesanales del siglo pasado. Se orientaron hacia las líneas oscilantes y los ornamentos. Este estilo recibió denominaciones diferentes según el país: Art Nouveau o Modernismo. Gaudí y Montanet, entre otros cambiaron el paisaje urbano de Barcelona. Para el diseño de viviendas, parques y edificios públicos, los artistas barceloneses se sirvieron de referencias estilísticas de carácter muy variado, emplearon mosaicos y cerámicas de vidrio y dieron así vida a organismos policromos.
La Sagrada Familia se concibió como un templo expiatorio. Gaudí murió hace mucho tiempo atropellado por un tranvía y la terminación de su inimitable iglesia llevará todavía varias décadas. Gaudí se tomaría el asunto con tranquilidad porque, al parecer, era consciente de que "Dios no tiene prisa". Y si usted, querido lector, puede ir alguna vez a la tierra catalana, quedará absorto por dos motivos: por la renovadora arquitectura y por la cola de miles de personas que cada día llegan de todo el planeta a admirar esta obra cumbre.
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