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“Con la realidad hay que hacer cualquier cosa, menos enojarse”, dice un viejo dicho, pero si miramos la situación actual y la puja renovada entre el gobierno y el sector exportador, dónde se revitaliza una disputa que arrancó allá en 2008 con la polémica resolución 125, son muchos los enojados. Más que silobolsas, la “bolsa” es más que apetecible porque se encuentra en juego, aproximadamente US$ 3.500 millones de dólares producto de aproximadamente ocho millones de toneladas de granos sin liquidar. En el “tira y afloje” aparecieron los oficialistas de siempre. Por un lado el kirchnerista y referente de la agrupación Miles, Luis D Elía, que criticó a los productores rurales al considerar que especulan con las cosechas. “Ayer nomás vendían la cosecha antes de sembrar, ahora se dan el lujo de atesorar los granos en contra de la comunidad argentina”, escribió. A la vez propuso incautar los granos guardados en silobolsas. También se pronunció a favor de aplicar la Ley de Abastecimiento, crear un Ministerio de la reforma Agraria y nacionalizar el comercio exterior. En esa línea, también apareció una postura para agilizar la comercialización, en éste caso a través de la necesidad de crear una Junta Nacional de Granos con la intervención de los productores.
En ese aspecto hay coincidencia con algunos productores quienes recordaron que durante la década de Menem se eliminó la Junta Nacional de Granos que perjudicó a los productores y provocó que desaparecieran más de 103 mil. Una cifra importante y que dejó duras secuelas en un sector productivo clave para la economía.
Pero es bueno aclarar algo: los productores ya no tienen lo equivalente a la cosecha de la soja de la campaña pasada, ahora está en manos de los grandes exportadores, almacenadas en los silobolsas y esperando un mejor precio del dólar. Una fuente vinculada con el sector, aclaró “los pequeños productores no tenemos granos retenidos” y al profundizar sostuvo que “la grandes exportadoras son las que retienen y tienen las espaldas suficientes para hacer el juego financiero con el grano”. El gobierno se puso como loco, por lo que considera un pase de factura, especialmente cuando trascendió que la Mesa de Enlace, integrada por las cuatro cámaras empresariales, ordenó no vender -a pesar de que el dólar subió- para debilitar las reservas.
Algunos países, como Canadá o Australia, intervienen directamente con organismos especiales en los mercados de granos porque consideran primordial que el Estado tenga injerencia determinante en los precios de los alimentos y en el cobro de divisas. Desde 1935, Canadá, a través de la estatal Canadian Wheat Board (CWB) monopoliza la comercialización, el almacenado, el transporte, la fijación de precios y el abastecimiento interno de la producción de trigo y cebada. El CWB es el mayor comercializador de trigo y cebada del mundo, convirtiendo a Canadá en el segundo exportador de trigo y harina de trigo a nivel mundial.
Eduardo Azcuy Ameghino, un estudioso de la situación del campo argentino, director del Centro de Estudios Agrarios de la Universidad de Buenos Aires, reveló que apenas el 10% de los productores de soja se quedan con el 70% de la producción. Se trata de grandes terratenientes y de los denominados pooles de siembra, es decir, especies de fondos de inversión que operan en el campo de la misma manera que lo harían con cualquier colocación financiera.
Mientras tanto, la pulseada será con los grandes productores que tienen capacidad financiera y logística para retener la producción, a la espera de un mejor momento.
El campo, generador de dólares
El sector agropecuario argentino tomó el rol protagónico de convertirse en el único generador puro de dólares para el país, ya que hoy, más que nunca, decir dólares es decir campo, y campo significa ingreso de dólares para todos los argentinos. Una nota realizada por Federico Landgraf, Economista de CONINAGRO, aporta una interesante visión.
Atrás quedaron los días en los cuales el turismo, los combustibles y el campo eran los tres grandes generadores de dólares para nuestro país y ahora somos soja-
dependientes, argumenta.
Los dólares fueron escaseando de la mano de la falla sistémica en la política energética de este gobierno. Las necesidades de importación de combustibles alcanzan los US$ 13.000 millones de dólares, equivalente al superávit comercial de 2012.
En tanto, las reservas del Banco Central cayeron abruptamente en los últimos tiempos.
El sector primario junto a las manufacturas de origen agropecuario generan el 42 por ciento de las divisas ingresadas al país, es decir unos 46 mil millones de dólares de un total de 81.000 millones.
En cambio, el sector industrial tiene un saldo negativo importante como generador de divisas para el país y se necesitan los dólares del campo para pagar las importaciones de la industria.
“Estamos frente a una economía con atraso cambiario, en la micro, queremos decir, entre otras cosas, que los dólares que generamos por una exportación, al convertirlos a pesos, no nos alcanzan, o cada vez menos, para pagar los gastos de generar esa propia exportación”, justificó.
En criollo, a los exportadores cada vez se les hace más difícil afrontar sus gastos en pesos con los dólares. Máxime cuando el producto exportable compite en el mercado internacional, de modo tal que el exportador no puede subir su precio alegremente cada vez que lo necesite.