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1 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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El “cosito”, el “comué” y el “comosiama”

Martes, 15 de abril de 2014 01:29
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A más de uno, sin dudas, le ha de llamar la atención este título referido a palabras tan alejadas de la escritura. Claro: se trata de dicciones muy populares, utilizadas en la conversación espontánea, sobre todo por obreros y gente entre la cual existe mucha confianza. Incluso, como dato ilustrativo, en el muro de la página de humor de El Tribuno, firmado por Guflo, figura el “Diccionario salteño”, el cual incluye palabras y frases de uso espontáneo de la gente sencilla. Allí, más de una vez, aparecieron las locuciones que titulan este artículo, a las que me referiré a continuación.

Para escribirlo, me inspiré en un interesante aviso que exhibía un conocido corralón de la calle Córdoba, en Salta, el cual rezaba: “Señor cliente: Si Ud. necesita el ‘cosito’ del ‘comué’, tráiganos de muestra el ‘comué’ donde va el ‘cosito’”. Por supuesto que me llamó la atención, como también seguramente a muchos de los clientes, por lo que lo agendé para referirme a él en algún momento en esta publicación. El responsable del negocio me explicó el porqué de tal mensaje: más de un cliente (y más de una vez) busca cierto elemento cuyo nombre no recuerda en primera instancia, por lo que recurre a esas voces espontáneas que, probablemente, muchos de nosotros hemos utilizado. Cansado, por lo tanto, de tantas imprecisiones, pero sobre todo de ese lenguaje tan anodino -téngase en cuenta que, junto a su esposa, es un seguidor de mi columna semanal, motivo de sus comentarios cada vez que nos encontramos-, no halló mejor remedio que redactar ese mensaje teñido de ironía mediante el cual, colocándolo en un lugar destacado, logró desterrar tales usos de sus clientes imprecisos. 

El “cosito”

No es necesario devanarse mucho los sesos para darse cuenta de que se trata de un diminutivo de un sustantivo masculino, creado popularmente en el nivel del hablar espontáneo, derivado de “cosa”. Este proviene del latino “causa”, con los sentidos genéricos de “todo aquello que puede ser objeto del pensamiento o sujeto u objeto de un juicio o una oración gramatical”, es decir, lo que existe fuera de la mente, lo que pasa (sucesos), los quehaceres humanos, objetos que pertenecen a alguien, etc., según María Moliner. El DRAE completa la idea de este modo: “Todo lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, real o abstracta”. El sustantivo ‘cosa’ tiene muchas líneas dedicadas en los diccionarios, con las diversas acepciones y usos que el hablante le ha otorgado, por lo que no debemos admirarnos de esta acepción espontánea.

En cuanto al masculino inexistente en el diccionario, el usuario sintió la necesidad de crearlo para adaptarlo a objetos de dicho género. El “Diccionario del lunfardo”, de Athos Espíndola, lo declara como un lunfardismo, definiéndolo como “Cosa o persona que se alude cuyo nombre se ignora, no se recuerda o no quiere pronunciarse. “Me presentaron a un coso que trabaja en un diario”. // Suele usarse con sentido despectivo para hablar de alguien que no agrada. “A ese coso no lo soporto” // Fulano. Tipo. Del italiano “coso”: fulano // objeto cualquiera”. Según se aprecia, es aplicable a cualquier persona u objeto.
Por su parte, José Vicente Solá, en su “Diccionario de regionalismos de Salta”, consigna esa voz como un adjetivo que significa “Fofo; que suena a hueco”.

Quizá alguno entrado en años lo haya escuchado alguna vez; yo, al menos, no recuerdo haberlo experimentado con el sentido otorgado por Solá. 
También el “Breve diccionario etimológico de la lengua castellana”, de Joan Corominas, se ocupa del sustantivo ‘cosa’, añadiendo lo siguiente: Siglo X. Del latín ‘CAUSA’ “causa, motivo”, “asunto, cuestión”, que en latín vulgar, partiendo de su segundo significado, tomó el sentido de ‘cosa’ ya en el siglo IV de nuestra era”. En definitiva, este término adquirió un sentido genérico para designar cualquier ser. De hecho, en la acepción masculina popular, se aplica al propio ser humano varón. Sin embargo, es difícil escuchar que su femenino sea aplicado a mujeres.

Por fin, el “Diccionario de americanismos en Salta y Jujuy” de Osán y Pérez Sáez, lo define así: “Coso/a. m. / f. popular coloquial. Voz para nombrar objetos y más generalmente personas, o para dirigirse a ellas, cuyo nombre se ignora, no se recuerda o no se quiere decir. Documentación dialectal: Para no dar el nombre decimos ‘el coso aquel’, cuando la persona es poco estimada””.

Sin embargo, según mi experiencia, el diminutivo “cosito” no se aplica, por lo general, a seres humanos, sino a elementos u objetos pequeños de género masculino. Casi siempre se aplica a esos seres. Por ejemplo, alguien podría referirse a un clavito chico como un “cosito”, lo que justifica el empleo de la palabra en una ferretería o corralón. Tal uso se origina en la facilidad de utilizarla cuando no se recuerda el nombre del elemento, o bien se lo elige, simplemente por desidia o comodidad, en lugar de utilizar el adecuado a la cosa que pretende designar.

El “comué” y el “comosiama”

También es fácil cobrar conciencia de que estas expresiones corresponden a una pregunta que se realiza el individuo respecto de algo: “¿Cómo es? ¿Cómo se llama?”. Esas preguntas han dado origen a dos sustantivos del habla espontánea popular con idéntica función a la explicada en los párrafos anteriores. El diccionario de Osán y Pérez Sáez dice al respecto: “Como. adv. // 2. como es, comues. coloquial.

Bordoncillo [DRAE: (del diminutivo de ‘bordón’). m. bordón (//voz o frase que se repite).] con que se expresa olvido de lo que se va a decir. (à). // 5. como se llama, comosellama, comosillama. coloquial. Expresión con la cual se alude a seres, objetos, acciones o cualidades cuya designación precisa se desconoce o se ha olvidado”.

A pesar de que ese diccionario no escribe las últimas expresiones tal como yo las consigné, es preciso aclarar -como cada hablante podrá darse cuenta por su propia experiencia- que lo que fonéticamente se escucha, en la generalidad de los casos, debido a la pronunciación rápida y poco cuidada, es precisamente, “comué” y “comosiama”.

Con este análisis de situaciones lingüísticas del hablar espontáneo, pretendo inaugurar otros referidos a situaciones similares, los que abordaré oportunamente.

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