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Escenas de profunda congoja se vivieron en el lugar del hecho, en un tranquilo barrio de general Mosconi, cuando la madre de la jovencita fue informada por otros vecinos sobre el terrible episodio. La mamá llegó hasta el lugar donde yacía su hija aún con vida, pero falleció segundos después de este encuentro.
Si bien la ambulancia demoró unos minutos, nada se pudo hacer para salvar la vida de Carla Aponte.
El fiscal que entiende en la causa envió al lugar al Cuerpo de Investigadores Forenses (CIF), que arribó a General Mosconi ayer en la tarde, para colaborar con las investigaciones del caso que conmocionó a la norteña localidad petrolera.
Por el momento, la Brigada sigue trabajando en dos líneas investigativas: un crimen pasional o el accionar de sicarios conectados con los carteles de la droga, tanto de Bolivia como de Colombia.
El gendarme presentaba un disparo en la mollera, que ingresó desde atrás hacia adelante, y el proyectil salió por la garganta del efectivo federal.
Las causas de la saña en su ejecución no fueron develadas aún. Lo pasional o una posible venganza del tipo mafioso son los caminos que investiga tanto la Policía, en lo oficial, como la Gendarmería, en su fuero interno.
No hubo ningún tipo de información al respecto. La causa por el momento es de orden provincial, pero si hubiera elementos que prueben que se trató de un ajuste de cuentas, la Justicia federal será la que investigue los pormenores de un crimen sin precedentes en la provincia, como es la ejecución de un gendarme y su esposa en la vía pública.
Grave antecedente
El 18 de septiembre de 1998, el alférez Adrián Reynoso y el sargento Leocadio Saltos, ambos ascendidos post mortem, fueron sorprendidos por tres sujetos en la localidad de Profesor Salvador Mazza, situada a 400 kilómetros de la capital salteña, límite internacional con la vecina República de Bolivia.
Los malvivientes, en aquella ocasión, tras reducir a los gendarmes en su propia camioneta los llevaron al Sector Cinco, al este del puente internacional, lugar desolado, y los mataron a sangre fría, tras lo cual huyeron a Bolivia.
Horas antes, esos sicarios habían asesinado, en Yacuiba, al cambista Zelaya Vázquez, a quien le robaron miles de dólares y pesos bolivianos.
Hubo decenas de detenidos, incluso uno de los narcotraficantes más famosos por aquellos días recaló detenido en diversas oportunidades en los pasillos judiciales del Juzgado Federal 2, aunque nunca se conocieron los reales motivos por los que los gendarmes fueran ejecutados en la propia camioneta en la que se desplazaban.