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Se trataba de la segunda invasión a Salta que comenzó no bien el general Belgrano cayó en Vilcapugio y Ayohuma (fines de 1813) a manos del jefe realista Joaquín de la Pezuela. Concluida la última derrota, de inmediato la vanguardia española salió tras los restos del Ejercito de Norte cuando este había emprendido desde el Alto Perú, la retirada hacia Tucumán. Comandaban la persecución el jujeño Juan Marquiegui y el salteño Saturnino Castro, ambos al servicio del rey. Castro finalmente casi logró alcanzar la retaguardia patriota, en las puertas de Salta, en enero de 1814.
Primer enfrentamiento
Mientras Belgrano con el grueso de su ejército continuaba retirándose a Tucumán sin pasar por Salta, Manuel Dorrego, jefe de la retaguardia patriota, en Jujuy optó por encaminarse a Salta por La Caldera, con Saturnino Castro en los talones. Ya en Vaqueros, Dorrego en lugar de ingresar a Salta por el Campo del Honor (lugar de la Batalla de Salta), tomó hacia el poniente para internarse en los vericuetos de las Lomas de San Lorenzo. Allí enfrentó a los realistas el 20 de enero de 1814 y, aunque el hecho bélico no benefició a nadie, Dorrego logró entretener a los realistas mientras Belgrano aprovechaba para alejarse de sus perseguidores, camino a Tucumán.
El enfrentamiento de las Lomas de San Lorenzo fue el último acto de guerra que el Ejercito del Norte libró en el actual territorio argentino. Al día siguiente (21/1), Dorrego con su retaguardia se estableció en Guachipas, mientras que los realistas optaron por abandonar la persecución a Belgrano y se apoderaron de Salta, ciudad que retuvieron hasta los primeros días de agosto de 1814.
La rebelión
Y mientras Dorrego se encontraba ya en Guachipas, Luis Burela se rebeló en Chicoana, el domingo siguiente de los hechos de San Lorenzo. A la salida de misa, treinta soldados realistas con el teniente Ezenarro fueron tomados prisioneros por los paisanos y enviados a Tucumán. Envalentonados con el exitoso golpe, ese mismo día Burela y su gente, ya armados con tercerolas y sables quitados a los realistas, marcharon a Salta. Pero al llegar a Cerrillos, junto con otros paisanos del lugar, se enfrentaron con una compañía real de caballería a la que doblegaron, logrando hacer prisioneros al jefe y a la mayoría de sus soldados, los que de inmediato fueron remitidos a Tucumán. Tiempo después, Apolinario Saravia sumó otro triunfo al derrotar en Sauce Redondo (24/3/1814) al capitán realista José Lucas Fajardo.
Después de Sauce Redondo, Martín Gemes desde su cuartel general de Conchas acudió en defensa de Salta y en la Cuesta de la Pedrera y en Campo de Velarde, (27 y 29/III/1864) derrotó a los del rey. Estos "dos ataques a la brusca" como los define San Martín, son los antecedentes que el futuro Libertador tiene en cuenta para designar a Gemes Comandante General de la Vanguardia. Y así quedan bajo su responsabilidad todos los elementos militares que operan en la línea del Pasaje, desde Guachipas hasta La Frontera.
La insurrección de Salta
Con la designación de Martín Gemes como Comandante General de la Vanguardia en reemplazo de Manuel Dorrego, el escenario de la guerra cambia por completo en Salta. El nuevo comandante (Gemes), "con su táctica muy personal -dice el historiador Alberto Cajal-, altera el carácter de la guerra, imprimiéndole modalidades ajenas a sus experiencias, que no son pocas". Y una de sus primeras medidas es poner sitio a Salta. Ningún realista entra ni sale de la ciudad sin ser hostilizado por sus gauchos.
Y es en ese estado de guerra que el 11 de julio de 1814, parte una expedición realista hacia el interior del Valle de Lerma al mando de Martínez de Hoz y Alvarez Sotomayor. Se internan en los campos en búsqueda de víveres y alimentos pues deben alimentar a diario a cientos de hombres y bestias. Pero son atacados por las huestes de Pedro José Zavala, jefe de las avanzadas de los campos de Salta, en Sumalao, El Carril y de nuevo en Sumalao cuando se ven obligados a regresar a Salta. Y retornan a la ciudad prácticamente diezmados, hambrientos y perseguidos hasta las mismas puertas de la ciudad, pues los gauchos, ni piden ni dan tregua alguna.
La retirada realista
Y así como la primera invasión realista iniciada por Pío Tristán en Huaqui (20/6/1811), fue detenida victoriosamente por Manuel Belgrano en Tucumán (12/9/1812) y Salta (20/2/1813), ahora la segunda invasión de Joaquín de la Pezuela se frustra principalmente por la insurrección de Salta (Valle de Lerma) aunque hubo también otros factores concurrentes: la insurrección del Alto Perú con Alvarez de Arenales y la caída de Montevideo por las operaciones navales de Guillermo Brown.
A fines de junio de 1814 la situación para los realistas ya es insostenible y, el 25 de julio comienzan a retirarse de Salta. La operación se prolongó hasta los primeros días de agosto. Pezuela le explica entonces al virrey: "Queda mi fuerza reducida a tal grado de debilidad, que no siendo capaz de contener las correrías de los gauchos, podría el ejército enemigo arrollarme con su numerosa caballería...". Retirándose estaban, cuando "una partida realista asaltó la hacienda de Campo Santo. Es fama -dice Atilio Cornejo- que doña Gertrudis Medeiros resistió valerosamente con armas en la mano; pero fue vencida. Los realistas llevaron prisionera a doña Gertrudis hasta Jujuy obligándola a marchar a pie 18 leguas de la retirada".
Por todo lo ocurrido en Salta en 1814, el Gobierno reconoció el valor de los servicios prestado por Gemes y el 30 de septiembre de ese año lo promueve al grado de coronel graduado del Ejército.
Con Martín Miguel de Gemes, José de San Martín no se había equivocado.