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21 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Padre Juan Isasmendi: Fue Bergoglio quién me puso en las villas de la mano del padre Pepe

Domingo, 18 de enero de 2015 00:00
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El padre Juan trabaja desde el 2008 en la villa 21 y 24 de Barracas, al sur de la Capital Federal. Comenzó desde muy joven de la mano del padre Pepe Di Paola. Tuvo una gran cercanía al padre Chifri, quien le mostró este camino y estrechó una amistad con el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio, ahora papa Francisco.
Estuvo en Salta con un grupo de más de 100 chicos de la villa que acamparon en el camping municipal de Guachipas. Acompañó por 12 días a los jóvenes Exploradores de Caacupé, la agrupación que busca alejar a los chicos de las drogas y la violencia. Habló con El Tribuno de estos y otros temas.
¿Cómo llega a trabajar en la villa?
Hice el seminario y fui haciendo un camino personal y espiritual que me llevó a esto. Estuve trabajando con el padre Chifri acá en Salta y después fue a Mozambique. Siempre vislumbré que no quería ser un cura de parroquia, tan estático. Me imaginaba algo más misionero con más contacto con la gente. Fue Bergoglio quien me mandó a trabajar a la villa.
¿Cómo fue la relación con el padre Chifri para vos?
Yo salí un año del seminario, en el 2003, y me vine a trabajar con él. Siempre fui muy cercano a su tarea pastoral y me dio una mano muy grande. De alguna manera, me mostró el camino.
¿Luego se sumó al trabajo del Padre Pepe Di Paola?
Sí. Fue Bergoglio quien me manda a la villa a trabajar con el Padre pepe. Estuve tres años con él. Me hice muy amigo y fue un poco mi maestro en algunas cosas.
¿Bergoglio fue el que impulsó a los curas en las villas?
Es un movimiento que tiene más de 60 años en la Iglesia de Buenos Aires y tiene una escuela muy profunda. Creo que lo que hizo Bergoglio fue leer muy bien el proceso de esos curas en las villas e hizo muy bien el paso generacional.
¿Tenés mucha relación con él?
Sí porque en los últimos 6 o 7 años de su tarea pastoral, cuando era arzobispo, trabajó mucho con los barios más pobres de la ciudad. Hizo que toda la Iglesia mirara ahí. Fue su visión. Él apostó a eso y Dios lo bendijo.
¿Y ahora cómo es la relación?
Tuve la oportunidad de hablar con él. Sigue pensando igual y en algunas cosas está más convencido que antes. Siento que el papado fue una confirmación de Dios del proyecto que Bergoglio fue pensando y por el cual se jugó.
Te refería a esto de mirar la Iglesia desde los pobres, ¿no?
Sí. Hoy es la única certeza que él tiene. Que hay que mirar y amar a los pobres, ser misericordioso y misioneros. Esas son las cosas que lo definen. Él es un hombre muy jugado y arriesgó mucho por su proyecto pastoral.
¿Se lo puede definir como un revolucionario?
Creo que tiene algo de esos grandes hombres y mujeres de la historia, que ven más allá. Vio algo que ninguno vio. Tiene mucha convicción en lo que piensa y se juega por eso. Cuando a nosotros nos mandó a la villa, éramos 7 curas jóvenes y fue muy cuestionado. No éramos ni curas, sino diáconos. Bergoglio dio vuelta la lógica eclesiástica, pateó el tablero. Nosotros crecimos con eso. El mudo hoy se asombra de cosas que dice o hace el Papa pero para nosotros son normales. Aprendimos a que no debíamos buscar el poder y que había que dar todo por la gente.
Profesaba que no había que buscar el poder llegó a lo más alto de la Iglesia.
No se si lo buscó. Creo que tiene una gran cualidad de gobierno en la Iglesia. Son de esos hombres que están en el corazón de todos sin estar presente. Es un líder innato. Además sabe manejar muy bien la relación con la gente. No deja que nadie le interprete eso.Va a la relación directa y las decisiones las toma en función de lo que la gente necesita. Es asombroso para mi que aun siga trabajando con la misma artesanía. Yo leo los diarios y a los curas de allá le dice las mismas cosas que nos decía a nosotros.
¿Cuales son los problemas de la gente de las villas?
Tenemos como problemática central las adiciones y la marginalidad. Creo que combatir la droga no es combatir una sustancia sino que hay que terminar con la marginalidad. Es una enfermedad espiritual muy grande. En el cómo combatir la marginalidad y la exclusión, radica el problema. Nosotros queremos combatir la droga pero no hacemos nada para que tantos hermanos vivan un poco mejor. Hay una frase que uso mucho del padre Hurtado: "El mundo hace pecadores a los hombres y después los condena".
Nosotros con los chicos tratamos de trabajar mucho en la perspectiva de lo positivo, de lo bueno. Vos lo agarrás a los 6 años, cuando quieren aprender, rezar, compartir y aprender valores. Si lo acompañas en la niñez y adolescencia, a los 15 va a tener las mismas crisis y problemas que otros pero lo va a saber resolver de otra manera, porque le das un mundo espiritual de valores, significados, pensamientos y deseos.
¿Cómo se combaten?
Todo lo que tiene que invertir el Estado para que un chico se recupere de las drogas se podría invertir en mejores escuelas, hospitales y clubes. Sería un gasto mucho más aprovechado, fecundo, certero y evitaría muchos problemas a todos. La situación no se resuelve con un plan o una beca. La vida debe tener amor, eso es lo que a mí me hace fuerte. El amor dignifica. La dignidad es lo que te hace elegir otro camino.
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