Laberintos humanos. Especies superiores
Aparecimos en el interior de la nave, una sala desolada sin nada que pudiera parecerse a un artefacto ni a un control. En medio, la verde y delgada silueta de tres brazos largos que terminaban en dos dedos que desde algún lugar de su cuerpo comenzó a decir palabras, o algo así, incomprensibles para nosotros.
Como si fuera una radio que se sintonizaba, la voz fue tomando lentamente el aspecto de nuestro idioma, primero como señales familiares deshilachadas, pero al fin como un discurso coherente que nos decía que aquellos que supiéramos de
laberintos humanos, abuelos virtuales y varelas estábamos en condiciones de entrar en contacto con las especies superiores del universo.
El ser verde fosforescente no daba lugar al diálogo, más bien parecía monologar para continuar diciendo que aquellos que alcanzan a pronunciar esas cinco palabras están en el final del camino de la evolución, cosa que me pareció exagerada y pensé si no fue por mera inspiración poética que las empecé a escribir alguna vez.
Para mí los vocablos laberintos, humanos, abuelo, virtual y Varela no tenían un significado mayor al que para cualquiera puede verle, pero el ser verde fosforescente nos explicó que sus computadoras están programadas para detectar estas palabras en cualquier parte que se pronuncien del extenso universo cuando el Varela creyó que la actitud consecuente era echársele encima para combatirlo.
Lo hizo, y cuando se abalanzó sobre el ser verde fosforescente pasó de largo como si quisiera abrazar a un fantasma o algo parecido.